lunes, 20 de febrero de 2023

Humedales vascos

 ¡Hola de nuevo!

En esta ocasión os cuento nuestra visita a los humedales vascos, una excursión que tuvo lugar el pasado fin de semana de febrero. Fueron tres días magníficos de aves escasas, concentraciones de aves invernantes y paisajes únicos y singulares. Sin duda fue un viaje maravilloso en un escenario muy especial y rodeados de gente auténtica.

Águila pescadora con presa.

El primer día amanecíamos en Madrid capital con ganas de coger el coche y hacer carretera para llegar pronto a nuestro primer destino. Allí estábamos a las 12.00, en la puerta de Salburua. Iniciamos la ruta en dirección a los observatorios y en seguida petirrojos, chochines, estorninos pintos y otras aves nos daban la bienvenida. Poco a poco empezamos a oír el escándalo de las gaviotas reidoras. En seguida vimos el agua y allí estaba el observatorio. Desde allí pudimos ver casi todas las anátidas: azulones, frisos, cercetas, cucharas, rabudos, porrones europeos e incluso moñudos. Una autentica pasada. 

Primeros encuentros en Salburua

Macho de porrón moñudo.

Macho de ánade rabudo

La diversidad de plumajes y de especies nos permitía aprender y disfrutar. Otras aves que se movían junto a las anátidas eran los somormujos lavancos que captaron especialmente nuestra atención  por su aspecto ¡¡Ya vestían el plumaje nupcial!!. Las agresivas fochas y los gritones ánsares rondan la zona armando jaleo en el humedal. De las gaviotas, además de la reidora, también pudimos observar sombrías e incluso algún primer invierno de gaviota argéntea. Entre unas cosas y otras la lista de especies iba engrosando. 

Ya estaban las cigüeñas instaladas en sus nidos y alguna hay que se equivoca y se lleva una reprimenda. En el borde de la laguna escuchamos camachuelo y pudimos ver muy cerca varios ejemplares de zorzal alirrojo. Nos lo estábamos pasando como niños. Tanto era que se nos olvidó qué hora era. Volvimos para comer en el merendero que hay junto al aparcamiento, disfrutando del soleado día que nos estaba regalando el destino.

Macho de ciervo. Aquí han sido introducidos.

Tras una buena comida algunos picos picapinos, reyezuelos y una pareja de gavilanes, pusimos rumbo a nuestro siguiente punto, el embalse de Ullibarri-Gamboa. Allí la concentración de porrón europeo y porrón moñudo es lo más curioso. Cientos de aves entre machos y hembras de ambas especies. Los cucharas, azulones y otras aves pasan totalmente desapercibidas con su presencia. En cambio, los somormujos lavancos tiene su propio momento de protagonismo con un baile nupcial completo, sus movimientos habituales de cabeza y sus bailes-espejo. Y cuando parecía que la chispa se había apagado un miembro de la pareja le ofrece material vegetal que ha recogido del fondo momento en el que ambos se desmelenan y empiezan a correr por encima del agua a modo de estrechamiento de lazos. Un lujo poder ser testigos de ese momento con la bucólica luz del atardecer sobre el embalse.

Con esto despedimos un fabuloso primer día.

Grupo de porrones moñudos.
Pudimos contar más de 300 junto con otros tantos centenares de porrones europeos.

A la mañana siguiente, antes de marchar a Urdaibai, pajareros por Getxo y su ría. Allí encontraríamos un nutrido grupo de vuelvepierdas de los que pudimos disfrutar de lo lindo. Su descaro nos permitió apreciar todos los detalles de esta especie y los que no lo conocían lo hicieron desde bien cerca. Allí también vimos varias especies de gaviotas: reidora, patiamarilla, sombría, cabecinegra y dos ejemplares de gaviota cana y de gavión como lo más interesante.

Un descarado vuelvepiedras común

Grupo buscando alcas, gaviotas y cormoranes moñudos.

Entre los preciosos cormoranes con plumaje nupcial que se estaban secando junto al puerto,  buscamos al moñudo. Y algo lejos pudimos ver a un ejemplar muy activo pescando entre las olas. Entre las rocas donde estaban los vuelvepierdras conseguimos localizar al correlimos oscuro, una limícola escasa. Desde aquí también sumamos a la lista al alca común, de la que pudimos ver hasta 3 ejemplares distintos nadando plácidamente en la ría. Para muchos fue la especie estrella de la excursión, por lo que fue una suerte poder ver varios ejemplares.

Correlimos oscuro en Getxo.

Alca común en Getxo.

Tras un buen rato cogimos el coche en dirección Urdaibai con algo de prisa por pillar la buena marea. Una vez allí vimos interesantes grupos de silbones, limícolas cono archibebes común y claro, chorlitejo grande, zapatitos trinador y real, etc. De la que no tuvimos noticia fue del águila pescadora, que nos dio esquinazo en todas las paradas. Tras la visita a la reserva, con 3 espátulas observadas en el bird center, fuimos a visitar el mas abierto desde la costa.

Alcatraces, gaviotas sombrías, patiamarillas y cabecinegras pasaban sin cesar. Echamos de menos el movimiento de álcidos o pardelas, pero igualmente fue muy interesante además de bonito ver atardecer allí. Por poco no pillamos a una manada de delfines mulares que se vio ese día. Nos lo estuvo contando el sacristán de Begoña que encontramos en el punto de observación, estaba con su telescopio, y es que es aficionado a la observación de aves y cetáceos y nos estuvo deleitando con sus conocimientos.

El grupo buscando alcatraces y  otras marinas.

Puesta de sol con San Juan de Gaztelugatxe.

Al día siguiente, ya con las maletas cargadas en la furgoneta, recorrimos la costa hasta llegar a Irún. Pasamos la mañana entre lagunas de agua dulce, con porrones europeos, cercetas, frisos cucharas y un precioso rascón a destacar entre las aves observadas. Más adelante en la parte de influencia mareal aparecieron un montón de limícolas: zarapitos real y trinador, correlimos común, chorlito gris, andarríos chico, vuelvepiedras, archibebe común y claro, chorlitejo grande y dos inesperados chorlitos dorados. También vimos dos preciosos ostreros y nos acordamos mucho de nuestra camiseta de este año. 

Zarapito real 

Aunque sin duda lo que nos tuvo embobados durante horas fue el águila pescadora. Estuvo un buen rato posada en su plataforma, comiéndose algún tipo de platija. Cuando decidió buscar un lugar más cómodo varias gaviotas empezaron a perseguirla para que soltara la presa. Cosa que no sucedió. Así estuvimos toda la mañana hasta que se acabó la presa y nosotros tuvimos que irnos a comer. Muy cerca del merendero unos lugareños habían puesto algo de comida en un tronco al que estaban bajando casi todos los habitantes del bosque que rodea la marisma. Pinzones, carboneros, herrerillos, verderones, trepadores y un picogordo abusón que no dejaba a nadie más acercarse.

El macho de picogordo abusón.

Fue un momento muy especial para poner el broche final a nuestra visita al País Vasco con casi 90 especies observadas, escenas y momentos inolvidables y muchas risas y buenos momentos. 

Muchas gracias a todos. ¡¡Hasta pronto!!

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1 comentario:

  1. Qué fotos tan bonitas, y cuánta variedad de aves, definitivamente tendremos que visitar los humedales vascos. Es increíble la cantidad deaves silvestres que hay en España y no somos conscientes. Gracias.

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