martes, 31 de mayo de 2016

Una jornada de anillamiento

El anillamiento científico es una técnica de estudio con más de 100 años de antigüedad. Consiste en capturar aves para marcarlas con una anilla en la que va escrito un número único, de esta forma, el ave pasa de ser un individuo más dentro de una especie, a ser un ejemplar identificado e individualizado, como si la anilla fuera su Documento de Identidad. 

En sus orígenes, el objetivo del anillamiento fue conocer a dónde migraban las aves cuando no se encontraban criando. Actualmente es una práctica utilizada por científicos para conocer y estudiar más a fondo algunos aspectos sobre la vida y la biología de las aves, contribuyendo de esta manera a su conservación. Sumérgete en una jornada de anillamiento para ver qué especies son objeto de estudio y seguimiento en un estación de anillamiento al sur de Madrid.

El anillamiento científico como tecnica de estudio

Para atrapar a las aves, se montan unas redes especialmente diseñadas para esta práctica y que garantizan la seguridad del ave. Se montan en puntos estratégicos que son objeto de estudio o en los que se conoce que hay una interesante población de aves. En este caso, se trata de un carrizal, pero puede ser en una pradera, un bosque o incluso un pueblo. El montaje de la redes se hace de noche, aprovechando que las aves aún no han salido. Se busca que esté todo preparado antes del amanecer, para que la muestra de estudio sea la apropiada.

Una vez está todo montado, se espera una hora. Pasado ese tiempo los anilladores se acercan a las redes para sacar las aves que hayan caído y los meten en colectores donde aguardarán hasta ser anilladas. Cuando ya no quedan aves en la red, se pasa a la siguiente parte, el anillamiento.

Al amanecer y con las redes montadas se recogen las primeras aves.
Al amanecer y con las redes montadas se recogen las primeras aves. 

El procedimiento

En primer lugar hay que identificar la especie, en ocasiones es sencillo, como es el caso de los gorriones, porque además en mano, las aves se pueden mirar con más detalle. Un género peculiar y conocido es el de los mosquiteros, que en épocas como la migración pueden coincidir varias especies en un mismo lugar, siendo únicamente unas discretas diferencias las que determinen cuál es cuál. 

Gorrión molinero (Passer montanus).
Gorrión molinero (Passer montanus).
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad.
Macho de gorrión moruno (Passer hispaniolensis).
Macho de gorrión moruno (Passer hispaniolensis).
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad.
Mosquitero común (Phylloscopus collybita).
Mosquitero común (Phylloscopus collybita).
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad.

Una vez conocemos la especie, que suele ser lo que menos tiempo lleva, dada la experiencia de los anilladores, estos pasan a colocarle una anilla. En el caso de que ya tuviera, es lo que se conoce como recuperación, un ave anillada con anterioridad y que se recaptura. En esta filosofía se basa el anillamiento, en ver la variación de determinados aspectos de las aves, desde que se anillaron hasta que se vuelven a recapturar. De esta forma se conocen mejor aspectos biológicos de aves tan comunes como el jilguero europeo, el herrerillo común o el carbonero.

Jilguero europeo (Carduelis carduelis).
Jilguero europeo (Carduelis carduelis).
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad.
Carbonero común (Parus major).
Carbonero común (Parus major).
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad.
Herrerillo común (Cyanistes caeruleus).
Herrerillo común (Cyanistes caeruleus).
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad.

El número de la anilla se anota en la hoja de campo ya esté o no anillado. Estas recapturas nos permiten conocer, entre otras cosas los movimientos migratorios de determinadas aves, como buscarlas pintojas, carricerines o zarceros. Algunas, como los carriceros comunes, son anillados en otros países y llegan a caer en las redes durante su trayecto desde África a Londres. ¿Cómo se sabe de dónde llega o hacia dónde va? Sencillo, por que en la anilla se indica el lugar en el que fue anillado. Esto hace mucho más interesante la época migratoria, con la incertidumbre de ver qué ave viajera caerá esta vez.

Carricero común (Acrocephalus scirpaceus).
Carricero común (Acrocephalus scirpaceus).
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad.
Zarcero políglota (Hippolaris polyglotta).
Zarcero políglota (Hippolaris polyglotta).
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad.
Caricerín común (Acrocephalus schoenobaenus).
Caricerín común (Acrocephalus schoenobaenus).
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad.
Carricero tordal (Acrocephalus arundinaceus).
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad.
Buscarla pintoja (Locustella naevia).
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad.

Una vez apuntada la anilla pasamos a sexar el ave. En muchos casos es sencillo, basta con el claro dimorfismo sexual que presentan ambos sexos. En otras hay que fijarse en la cloaca o unos pequeños detalles con el ave en la mano. Este es el caso del pájaro-moscón europeo, que se diferencia de la hembra por un simple contraste de colores en la nuca, fácilmente identificable en mano. Los estorninos también es más fácil sexarlos en mano.

Macho de pájaro-moscón europeo (Remiz pedulius).
Macho de pájaro-moscón europeo (Remiz pedulius).
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad
Hembra de estornino negro (Sturnus unicolor).
Hembra de estornino negro (Sturnus unicolor).
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad.

La edad es otro de los factores que se intentan averiguar estudiando al pájaro en mano, sobre todo si es la primera vez que cae. Esto permite conocer la evolución de la biología de las aves con la edad. Para hacerlo correctamente hay que revisar la muda de las plumas una a una para buscar patrones que destaquen y hagan sospechar al anillador sobre la edad. Esto incluye también a los pollos, que también son anillados para seguir su vida desde su primer año.

Anilladores en pleno proceso de determinar la edad del ave.
Anilladores en pleno proceso de determinar la edad del ave.
Pollo de cetia ruiseñor (Cettia cetti), de menos de un año de edad.
Pollo de cetia ruiseñor (Cettia cetti), de menos de un año de edad.
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad.
Adulto de cetia ruiseño (Cettia cetti), de más de un año de edad.
Adulto de cetia ruiseño (Cettia cetti), de más de un año de edad.
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad.
Pollo de mirlo común (Turdus merula), de menos de un año de edad.
Pollo de mirlo común (Turdus merula), de menos de un año de edad.
Una vez anillado y preparado para su puesta en libertad.

Ahora solo queda tomar sus medidas, las del ala, las de la octava primaria, la cola, el tarso y el peso. También se hace una valoración del estado físico del ave, para saber qué es lo que va ha hacer. Por ejemplo, se valora el nivel de grasa, para saber si se está preparando para la migración o la invernada.

Anillador tomando medidas a un carbonero.
Anillador tomando medidas a un carbonero.
Acentor común (Prunella modularis) tras la biometría.
Acentor común (Prunella modularis) tras la biometría.
Ya está listo para su puesta en libertad.
Petirrojo europeo (Erithacus ruecula) tras la biometría.
Petirrojo europeo (Erithacus ruecula) tras la biometría.
Ya está listo para su puesta en libertad.
Urraca común (Pica pica) tras la biometría.
Ya está lista para su puesta en libertad.

Estos datos se recogen, con todos los anteriores en una base de datos que actualmente maneja el CMA y SEO/BirdLife. Gracias a esta información podemos conocer mejor a las aves y aplicar correctamente medidas para su conservación, detectar problemas locales y hacer evaluaciones a nivel internacional, porque las aves, como el resto de seres vivos, no entienden de fronteras.

martes, 24 de mayo de 2016

Las aves del Retiro para empezar

Tanto si estás empezando, como si ya llevas un tiempo en este pequeño mundillo, deberás saber que de entre todos los sitios posibles en los que comenzar a observar aves, los parques urbanos tienen una peculiaridad, las aves están más acostumbradas al trasiego de personas y por tanto no desconfían demasiado. Esta característica permite observarlas detenidamente, con o sin prismáticos, apuntar sus comportamientos y lo más importante disfrutar de ellas. En este caso, el parque del retiro del centro de Madrid es un lugar idóneo para recorrer, aprender y descubrir la fauna que se mueve entre bancos y fuentes.

Aves del Retiro

Con este recorrido por las especies más comunes del Parque del Retiro se puede empezar a diferenciar especies únicamente atendiendo a unos pequeños detalles. Sumérgete en esta experiencia para descubrir un mundo que creías conocido, deja que las aves te sorprendan.

¿Y cuales son los trucos? ¿Tengo que compararme una guía? ¿Me tengo que aprender una lista de nombres? Lo primero es calma. No hay que saber todo desde el primer día, vamos a empezar poco a poco, ¿no? Una de las mejore recetas que hay para iniciarse en la observación de aves es la siguiente: fijarse siempre en tamaño, forma del pico, forma de la cola y marcas características del ave. Con estos cuatro aspectos sabremos diferenciar más del 50% las especies. Estos son los truquillos en los que os podéis ir fijando:

Tamaño

Tamaño y forma del ave. Haz clic en la foto para más detalle.
Las tres aves que hay a continuación presentan, entre otras cosas, un tamaño diferente entre sí. Aparentemente fijarse en esto parece una tontería, porque es evidente que son especies diferentes, atendiendo a su aspecto físico. Pero esto es porque se trata de fotografías, quietas y con luz apropiada. Sin embargo, a la hora de la verdad, a la hora de salir al campo, las aves se mueven, se esconden y se asustan, por lo que es bueno saber más o menos qué son atendiendo a su tamaño corporal.

Pico picapinos (Dendrocopos major) correteando por el tronco de un árbol.
Su tamaño corresponde más o menos con el de un mirlo común.
De estas tres especies es la más grande.
Gorrión común (Passer domesticus) posado sobre una valla.
Su tamaño está por debajo del del mirlo, por lo que es más pequeño que el pico picapinos.
Mosquitero común (Phylloscopus collybita) en la rama de un árbol.
Su tamaño corresponde más o menos con el de un herrerillo.
Es por tanto el más pequeño de estos tres.

Forma del pico

Forma del pico. Haz clic en la foto para más detalle.
Muy asociada al tipo de alimentación que llevan las aves. Hay que pensar que su pico es el cubierto que utilizan para comer, por lo tanto no esperamos que un águila real tenga un pico diminuto, sino uno hecho y preparado para despedazar a sus presas. Las tres especies que hay a continuación presentan, entre otras cosas, una forma de pico diferente entre sí. Fijarse en esto también  puede parecer inútil, sin embargo a veces es la forma de determinar una especie que quede oculta o que no se vea bien. Además nos revela otra información del ave, como es su dieta.

Petirrojo europeo (Erithacus rubecula) en una de las praderas del Retiro.
Su pico es muy fino y alargado para alimentarse de invertebrados.
Cotorra argentina (Myiopsitta monachus) una especie exótica invasora que vive en el Retiro.
Su pico fuerte, hacia abajo y acabado en punta, le permite abrir los duros frutos y piñas de los que se alimenta.
Herrerillo común (Cyanistes caeruleus) muy común en el Retiro.
Un pico pequeño pero fuerte, que le permite una dieta de insectos y semillas.

Forma de la cola

Forma de la cola. Haz clic en la foto para más detalle.

Los tamaños y la forma de las plumas de la cola también dan pistas sobre el nombre del ave, sobretodo en vuelo, cuando las aves están muy lejos o se mueven muy rápido. Las hay largas, las hay redondeadas y las hay con formas únicas, como la de la golondrina o la del abejaruco.

Carbonero común (Parus major) entre las ramas del arbolado del Retiro.
Su cola no tiene una forma peculiar, es más bien cuadrada.
Urraca común (Pica pica) entre los rosales decorativos del Retiro.
La cola de esta especie si es llamativa, larga y terminada en cuña.
Agateador europeo (Carthia brachydactyla) entre la decoración del Retiro.
Su cola en forma de cuña le sirve de apoyo en las ascensiones y descensos por los troncos del Retiro.

Marcas características

Esta es la parte que más problemas causa, pues sirve para diferencias especies dentro de un mismo género, cuando las aves se parecen mucho, las marcas características son atributos o dibujos en el plumaje únicos de esa especie. Un ejemplo claro es el de tres palomas que comparten nicho ecológico en el parque del Retiro, hablamos de la paloma bravía, la torcaz y la zurita.

Paloma bravía (Columba livia) en el tejado de una de las casetas del Retiro.
Las marcas claras son las negras del ala y presentar un iris claramente diferenciado de la pupila.
Paloma torcaz (Columba palumbus) caminando en la pradera del Retiro.
En este caso la torcaz es algo más grande que el resto.
Pero además, hay dos marcas que son únicas en ella, las manchas blancas del cuello.
Paloma zurita (Columba oenas) posada en el tronco de un árbol en el retiro.
El pico parecido al de la torcaz, pero sin un iris diferenciado de la pupila.
Se le ve un ojo más negro y un plumaje más grisáceo, sin marcas llamativas.
En ocasiones hay que tener cuidado y no confundir miembros de la misma especie. Los sexos, la edad o las variaciones en el plumaje son factores que pueden confundir a cualquiera a la hora de determinar una especie.

En cuanto al sexo, muchas aves muestran dimorfismo sexual, lo que se resume en plumajes diferentes entre macho y hembra de la misma especie. A veces es semejante con ligeras variaciones, otras se trata de plumajes evidentemente diferentes. En los dos casos mostrados a continuación se pueden ver macho y hembra de ánade azulón, con plumajes semejantes y macho y hembra de pito real, cuya diferencia reside en el color de una pequeña mancha en la mejilla.

Hembra de ánade azulón (Anas platyrhynchos) en uno de los canales del Retiro.
Su plumaje es completamente diferente al del macho, en ella abundan los tonos pardos.
Macho de ánade azulón (Anas platyrhyncos) en uno de los estanques del Retiro.
Los colores son más diversos que en la hembra, pero ambos son la misma especie.
Hembra de pito real (Picus viridis) en el suelo del Retiro para alimentarse de las hormigas.
La mancha negra de la base del pico es única de las hembras.
Se trata de un detalle en el que prestar atención si se quiere diferenciar la especie bien.
Macho de pito real (Picus viridis) en el suelo del Retiro para alimentarse de las hormigas.
La misma mancha en el caso de los machos es de color rojo llamativo.

La edad también juega malas pasadas a la hora de identificar especies que se parecen mucho. Por ejemplo, los estorninos negros son completamente negros, y los estorninos pintos tienen motitas claras que le hacen parecer una sevillana de color negro. Aparentemente podríamos tener clara cuál es la mancha característica en este caso, las motas claras. Sin embargo, los juveniles del estornino negro presentan motas claras que le harían parecer un estornino pinto:

Hembra delante, juvenil detrás de estornino negro (Sturnus unicolor) en el parque del Retiro.
Si no fuera por el típico pico oscuro del pollo de estornino, podríamos confundirlo con un estornino pinto.
Por último, otro factor que hay que tener en cuenta en este tema de la apariencia física son las variaciones de plumaje. Igual que en humanos hay gente con manchas en la piel o mechas claras en el pelo, en las aves puede ocurrir también y en ocasiones puede dificultar la identificación. Este no es el caso, pero en la imagen de debajo se puede ver un mirlo común macho con un claro indicio de leucismo (partes del plumaje o el plumaje por completo presenta un color blanco).

Macho de mirlo común con leucismo parcial (Turdus merula) en una pradera del Retiro.
Las manchas blancas no son típicas de la especie, esto se trata de una variación genética única.
Ahora que ya tienes o has repasado las nociones básicas, es hora de salir al Retiro a descubrir este lugar donde se esconde una fauna de la que queda mucho por aprender. Si no vives cerca del Retiro, seguro que en las proximidades de tu casa hay un lugar en el que poder salir a ver aves, ya sea un parque o el propio monte. Ten en cuenta que las aves son, en muchos aspectos, bastante desconocidas y que aguardan para sorprenderte en cualquier momento.

martes, 17 de mayo de 2016

Las últimas nieves de Peñalara

A lo largo de la subida a las lagunas que rodean la base de tan famoso pico, es habitual ver que la naturaleza todavía se resiste al cambio de estación. Un manto de nieve cubre, todavía, parte de los bosques y laderas de un paisaje que es el escenario de la vida. Las flores crecen y adornan las pocas praderas que no están tapadas todavía por la nieve. Mientras se puede ver a las aves trayendo material a los nidos, cantando desde sus elevadas ramas o cortejándose unas a otras.

Nieves de Peñalara
Las últimas nieves de Peñalara.
Narciso de roca (Narcissus rupestris)
Un precioso narciso de roca (Narcissus rupestris) empieza a crecer con la primavera.

Desde el parking de Valdesquí, situado un poco más abajo del centro de visitantes, se escuchan los voceríos de varias cornejas negras. Las vocalizaciones, como esta, son muy importantes en la comunicación entre córvidos. Sus gritos se escuchan a kilómetros y acaban despertando al resto de la ladera.

Con mi papel y mi boli para apuntar todas las especies, comienzo a subir la asfaltada cuesta que pasa justo por delante del centro de visitantes del parque. Las praderas que rodean el entorno están llenas de vida y parecen dar una calurosa bienvenida a cada nueva persona que viene a conocer Peñalara. Una juguetona pareja de herrerillos capuchinos, un macho de colirrojo tizón en el tejado de la caseta y un cuervo grande empeñado en conseguir algo de alimento. Sin duda una preciosa manera de comenzar la mañana.

Cuervo grande (Corvus corax)
Cuervo grande (Corvus corax) en una de las praderas.
Esta especie es la más grande de los 9 córvidos de nuestra fauna.
Su población es mucho más numerosa en esta zona de la Comunidad de Madrid.
Macho de colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) en el muro del centro de visitantes.
Al colirrojo se le puede ver siempre entre las rocas de los muros y las casetas.
Para saber más sobre esta especie haz clic aquí.

Entre tanto, no pierdo detalle de un pequeño carbonero garrapinos que se encuentra muy cerca, cantando entre las ramas de un rosal. Es curioso ver la facilidad que tiene para moverse entre las afiladas garras de esta planta. Sin previo aviso, el carbonero sale volando y se mete en una pequeña grieta en uno de los muros. Y es que a pesar de ser bastante forestal, el garrapinos también anida en lugares como este, aunque es mucho menos habitual, claro.

Carbonero garrapinos (Pariparus ater) 1
Carbonero garrapinos (Periparus ater) nuevo vecino del colirrojo tizón.
En esta rama, seguro que está a salvo de depredadores, y puede vigilar sin miedo su hogar

Con la nieve derritiéndose a causa del aumento natural de las temperaturas y de las horas de sol, los ríos llegan llenos de agua y los arroyos corren por la superficie, creando pequeños charcos a lo largo del camino que se adentra en un frondoso pinar. En él puedo comenzar a escuchar el canto del petirrojo europeo, que enseguida se deja ver para convertirse en el nuevo motivo de mi sesión fotográfica. También los pequeños grupos de piquituertos entretienen a cualquiera. Asombra ver cómo sus picos están preparados para hacerse con las semillas  de dentro de las piñas

Petirrojo europeo (Erithacus rubicola) sobre una madera.
Los colores de su pequera contrastan mucho con sus grises y pardos de su parte dorsal.
Hembra de piquituerto (Loxia curvirostra) sobre la copa de un pino.
Las hembras son de este color verde amarillento, mientras lo machos se chulean del colorido de su plumaje.
Joven de piquituerto común (Loxia curvirostra) picotenado las yemas.
Los juveniles tienen estas bandas tan oscuras en la parte ventral y lateral.

Si tuviera que destacar algo de Peñalara, que no fuera su paisaje y su riqueza, elegiría la asombrosa abundancia de un ave habitual de estos ecosistemas montanos, el acentor común. Daba igual dónde mirases, encima de una retama, en el suelo, en la rama de un árbol, sobre la poca nieve que queda, etc. Allí estaba, esperándote.

Acentor común (Prunella modularis) sobre la poca nieve que queda en la subida.
Aunque hayamos entrado ya en la primavera tardía, la nieve y el frío singuen siendo terribles enemigos de las aves.
Por eso encontrar una fuente de alimento como esta piña abierta es un lujo que solo unos pocos se pueden permitir.
Acentor común (Prunella modularis)

Llegando ya a una zona más abierta que sube hasta la Laguna de Peñalara, el ambiente cambia por completo. La nieve aun está presente, pero se derrite, poco a poco, encharcando casi todas las praderas que rodean la pasarela de madera que comunica el camino con la laguna. Entre ellas se deja ver, con algo de vergüenza una collalba gris. Su famosa cola con colores que forman una T invertida delata  su presencia.

Deshielo en Peñalara.
Collaba gris (Oenanthe oenanthe) sobre una de las rocas de la pradera.
Esta preciosa ave de marcados contrastes en cu plumaje, se alimenta de invertebrados.

Ya casi en la laguna, alguna que otra pareja de pardillos comunes revolotea de un lado a otro haciendo el característico ruido de los pardillos comunes. En un momento uno de los machos se posa en un poste de madera y es el momento de inmortalizar la escena. No pierden de vista mis moviemientos, un pequeño grupito de dos o tres aviones roqueros, que bajan de vez en cuando al suelo a beber del agua del deshielo.

Macho de pardillo común (Carduelis canabina) sobre uno de los postes que van junto a la pasarela.
En los machos, recordad, que lo que predomina son los colores rojizos.

Tras pasar una buena mañana en la laguna y disfrutar de su belleza, toca poner rumbo a casa y ver qué aguarda la vuelta. Además de ver algún que otro agateador europeo, también sigo los movimientos de una pareja de escribano montesino que parece tener el nido cerca del camino pues veo que no paran quietos, que vuela de aquí para allá pasando de vez en cuando con unas ramitas para el nido.

Escribano montesino (Emberiza cia) sobre una roca.
El dibujo de la cara de esta especie es único. Solo el escribano soteño tiene un dibujo parecido.
Sin embargo, los colores del montesino son azulados mientras que los de su primo el soteño son amarillos. 

Finalmente toca despedirse, pero no sin antes cerrar los ojos una vez más para disfrutar del sonido de la sierra, de las laderas que recogen el agua del deshielo. Carboneros garrapinos y acentores, abundantes por los bosques de la sierra, son la melodía de subida a las lagunas. Pero sin duda queda grabado en la mente el griterío del trepador azul, que posado en una pequeña rama que os dejo más abajo en una grabación.

Acentor común (Prunella moddularis) cantando.
Carbonero garrapinos (Periparus ater) cantando.
Trepador azul (Sitta europea) cantando


Lista completa de las aves vistas y/u oídas (*):

2 Cuco común*
1 Abejaruco europeo*
7 Arrendajo euroasiático
4 Corneja negra
3 Cuervo común
3 Avión roquero
17 Carbonero garrapinos
3 Herrerillo capuchino
1 Trepador azul
1 Agateador europeo
1 Reyezuelo sencillo
5 Petirrojo europeo
2 Colirrojo tizón
1 Collalba gris
1 Mirlo común
1 Zorzal charlo
31 Acentor común
7 Escribano montesino
5 Pinzón vulgar
9 Piquituerto común
2 Pardillo común
1 Verderón serrano