martes, 17 de mayo de 2016

Las últimas nieves de Peñalara

A lo largo de la subida a las lagunas que rodean la base de tan famoso pico, es habitual ver que la naturaleza todavía se resiste al cambio de estación. Un manto de nieve cubre, todavía, parte de los bosques y laderas de un paisaje que es el escenario de la vida. Las flores crecen y adornan las pocas praderas que no están tapadas todavía por la nieve. Mientras se puede ver a las aves trayendo material a los nidos, cantando desde sus elevadas ramas o cortejándose unas a otras.

Nieves de Peñalara
Las últimas nieves de Peñalara.
Narciso de roca (Narcissus rupestris)
Un precioso narciso de roca (Narcissus rupestris) empieza a crecer con la primavera.

Desde el parking de Valdesquí, situado un poco más abajo del centro de visitantes, se escuchan los voceríos de varias cornejas negras. Las vocalizaciones, como esta, son muy importantes en la comunicación entre córvidos. Sus gritos se escuchan a kilómetros y acaban despertando al resto de la ladera.

Con mi papel y mi boli para apuntar todas las especies, comienzo a subir la asfaltada cuesta que pasa justo por delante del centro de visitantes del parque. Las praderas que rodean el entorno están llenas de vida y parecen dar una calurosa bienvenida a cada nueva persona que viene a conocer Peñalara. Una juguetona pareja de herrerillos capuchinos, un macho de colirrojo tizón en el tejado de la caseta y un cuervo grande empeñado en conseguir algo de alimento. Sin duda una preciosa manera de comenzar la mañana.

Cuervo grande (Corvus corax)
Cuervo grande (Corvus corax) en una de las praderas.
Esta especie es la más grande de los 9 córvidos de nuestra fauna.
Su población es mucho más numerosa en esta zona de la Comunidad de Madrid.
Macho de colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) en el muro del centro de visitantes.
Al colirrojo se le puede ver siempre entre las rocas de los muros y las casetas.
Para saber más sobre esta especie haz clic aquí.

Entre tanto, no pierdo detalle de un pequeño carbonero garrapinos que se encuentra muy cerca, cantando entre las ramas de un rosal. Es curioso ver la facilidad que tiene para moverse entre las afiladas garras de esta planta. Sin previo aviso, el carbonero sale volando y se mete en una pequeña grieta en uno de los muros. Y es que a pesar de ser bastante forestal, el garrapinos también anida en lugares como este, aunque es mucho menos habitual, claro.

Carbonero garrapinos (Pariparus ater) 1
Carbonero garrapinos (Periparus ater) nuevo vecino del colirrojo tizón.
En esta rama, seguro que está a salvo de depredadores, y puede vigilar sin miedo su hogar

Con la nieve derritiéndose a causa del aumento natural de las temperaturas y de las horas de sol, los ríos llegan llenos de agua y los arroyos corren por la superficie, creando pequeños charcos a lo largo del camino que se adentra en un frondoso pinar. En él puedo comenzar a escuchar el canto del petirrojo europeo, que enseguida se deja ver para convertirse en el nuevo motivo de mi sesión fotográfica. También los pequeños grupos de piquituertos entretienen a cualquiera. Asombra ver cómo sus picos están preparados para hacerse con las semillas  de dentro de las piñas

Petirrojo europeo (Erithacus rubicola) sobre una madera.
Los colores de su pequera contrastan mucho con sus grises y pardos de su parte dorsal.
Hembra de piquituerto (Loxia curvirostra) sobre la copa de un pino.
Las hembras son de este color verde amarillento, mientras lo machos se chulean del colorido de su plumaje.
Joven de piquituerto común (Loxia curvirostra) picotenado las yemas.
Los juveniles tienen estas bandas tan oscuras en la parte ventral y lateral.

Si tuviera que destacar algo de Peñalara, que no fuera su paisaje y su riqueza, elegiría la asombrosa abundancia de un ave habitual de estos ecosistemas montanos, el acentor común. Daba igual dónde mirases, encima de una retama, en el suelo, en la rama de un árbol, sobre la poca nieve que queda, etc. Allí estaba, esperándote.

Acentor común (Prunella modularis) sobre la poca nieve que queda en la subida.
Aunque hayamos entrado ya en la primavera tardía, la nieve y el frío singuen siendo terribles enemigos de las aves.
Por eso encontrar una fuente de alimento como esta piña abierta es un lujo que solo unos pocos se pueden permitir.
Acentor común (Prunella modularis)

Llegando ya a una zona más abierta que sube hasta la Laguna de Peñalara, el ambiente cambia por completo. La nieve aun está presente, pero se derrite, poco a poco, encharcando casi todas las praderas que rodean la pasarela de madera que comunica el camino con la laguna. Entre ellas se deja ver, con algo de vergüenza una collalba gris. Su famosa cola con colores que forman una T invertida delata  su presencia.

Deshielo en Peñalara.
Collaba gris (Oenanthe oenanthe) sobre una de las rocas de la pradera.
Esta preciosa ave de marcados contrastes en cu plumaje, se alimenta de invertebrados.

Ya casi en la laguna, alguna que otra pareja de pardillos comunes revolotea de un lado a otro haciendo el característico ruido de los pardillos comunes. En un momento uno de los machos se posa en un poste de madera y es el momento de inmortalizar la escena. No pierden de vista mis moviemientos, un pequeño grupito de dos o tres aviones roqueros, que bajan de vez en cuando al suelo a beber del agua del deshielo.

Macho de pardillo común (Carduelis canabina) sobre uno de los postes que van junto a la pasarela.
En los machos, recordad, que lo que predomina son los colores rojizos.

Tras pasar una buena mañana en la laguna y disfrutar de su belleza, toca poner rumbo a casa y ver qué aguarda la vuelta. Además de ver algún que otro agateador europeo, también sigo los movimientos de una pareja de escribano montesino que parece tener el nido cerca del camino pues veo que no paran quietos, que vuela de aquí para allá pasando de vez en cuando con unas ramitas para el nido.

Escribano montesino (Emberiza cia) sobre una roca.
El dibujo de la cara de esta especie es único. Solo el escribano soteño tiene un dibujo parecido.
Sin embargo, los colores del montesino son azulados mientras que los de su primo el soteño son amarillos. 

Finalmente toca despedirse, pero no sin antes cerrar los ojos una vez más para disfrutar del sonido de la sierra, de las laderas que recogen el agua del deshielo. Carboneros garrapinos y acentores, abundantes por los bosques de la sierra, son la melodía de subida a las lagunas. Pero sin duda queda grabado en la mente el griterío del trepador azul, que posado en una pequeña rama que os dejo más abajo en una grabación.

Acentor común (Prunella moddularis) cantando.
Carbonero garrapinos (Periparus ater) cantando.
Trepador azul (Sitta europea) cantando


Lista completa de las aves vistas y/u oídas (*):

2 Cuco común*
1 Abejaruco europeo*
7 Arrendajo euroasiático
4 Corneja negra
3 Cuervo común
3 Avión roquero
17 Carbonero garrapinos
3 Herrerillo capuchino
1 Trepador azul
1 Agateador europeo
1 Reyezuelo sencillo
5 Petirrojo europeo
2 Colirrojo tizón
1 Collalba gris
1 Mirlo común
1 Zorzal charlo
31 Acentor común
7 Escribano montesino
5 Pinzón vulgar
9 Piquituerto común
2 Pardillo común
1 Verderón serrano

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