Robledales del Escorial

Arrendajo euroasiático

Ha llegado la primavera, una época de cambios y abundancia, donde los días se hacen más largos y cálidos. Y no hay mejor manera de vivir esta época que adentrándose en uno de los muchos robledales que adornan la Comunidad de Madrid para ser testigos de cómo la nueva orla forestal, que viste de intensos verdes las laderas, acoge a muchos migradores estivales y a las atareadas parejas que trabajan sin descanso para sacar adelante sus pollos. Por eso hace unas semanas decidimos adentrarnos en un pequeño bosque de las laderas de El Escorial.

Pudimos observar que muchos ya tienen su territorio, su pareja y han empezado la tarea de crianza de los pollos. El aire primaveral se nota en el ambiente. Con las cebas, las exhibiciones y los cantos nupciales.

Águila calzada

Muchas de las rapaces ya han llegado a nuestras latitudes y es posible observarlas, tanto en sus movimientos diarios de búsqueda de alimento, como en los territorios de cría cerca de estos magníficos robledales. A la comunidad de buitres leonados, negros, ratoneros y milanos reales se les suma las águilas calzadas y las culebreras europeas además de los milanos negros.

Aunque podíamos tener oportunidad de observar a los fantasmas del bosque, el gavilán y el azor, no tuvimos suerte en esta ocasión.

Pico menor

Los pájaros carpinteros lo dieron todo y logramos observar a las 3 especies residentes, pico picapinos, pito real y pico menor, que explotan diferentes nichos en el mismo bosque, de tal forma que se disminuye la competencia entre especies. Los inteligentes córvidos también andaban por allí y pudimos ver cornejas, cuervos, grajillas, arrendajos y urracas. Es un lugar donde todos estos córvidos conviven con cierto respeto. Fuimos testigos de como la banda sonora de los robledales ya había llegado. Hablamos del mosquitero papialbo, que resuena como uno más en la orquesta forestal. Los papamoscas cerrojillos también estaban recién aterrizados de su viaje migratorio y pudimos verles meter material en las cajas nido e incluso reclamar la propiedad de estos nidales.

Mosquitero papialbo

Pudimos observar cómo los páridos hacen acrobacias entre las nuevas y verdes hojas de los robles, buscando insectos y sus larvas para alimentarse y poder aportar alimento a su prole. Carboneros común y garrapinos y herrerillos común y capuchino son frecuentes en esta zona del bosque. En lugares más matorralizados oímos el chochín, cuyo canto se mezcla con otras dos aves de reclamo agudo, el reyezuelo listado que nos deleitó con una exhibición de canto y el agateador común.

Tuvimos suerte y uno de los tenores de la orquesta ya estaba instalado entre los habitantes del bosque y pudimos oír su reclamo. Nos referimos al audaz cuco común que nos hizo un fugaz vuelo mostrando su barreado vientre.

Cuco común

Todos y cada uno de estos habitantes, ya sean recién llegados, que estén de paso migratorio o reproductores, fueron responsables de que nuestro recorrido por este bosque, se convirtiese en un maravilloso espectáculo.

Arrendajo euroasiático

¡Hasta pronto!

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