martes, 14 de junio de 2016

Un paraje natural de arena y plumas

En el término municipal de Tarifa, entre turistas y parapentes, se extiende un pequeño lugar incluido dentro del Parque Natural del Estrecho. Se trata del Paraje Natural de la playa de los Lances, un lugar importante a lo largo de todo el año, ya que durante el invierno se llena de limícolas que aprovechan al máximo los recursos que aportan las mareas y la propia arena. Al llegar la migración, este enclave sirve de sala de espera antes de cruzar el Estrecho, las limícolas aguardan a que llegue el momento oportuno en el que cruzar al continente vecino. Y finalmente si hablamos de la época reproductora, todas aquellas aves que prefirieron nuestra tierra a involucrarse en un largo y peligroso viaje, encuentran en los Lances una oportunidad para criar a las futuras generaciones. Así es el Paraje Natural de la playa de los Lances un lugar de arena y plumas.


Con más de 7 kilómetros de longitud, mi compañero y amigo Alfonso Carmona y yo, pudimos comprobar que esta playa deja suficiente espacio para que bañistas, turistas y aves compartan equitativamente la playa. Estas últimas se limitan a ocupar la zona de desembocadura del río Jara, que divide la playa en dos. En este rincón encuentran suficientes recursos, arrastrados por el río o la marea, como para que muchas decidan no migrar. 

Las aves aquí son principalmente acuáticas o marinas y las hay de una gran variedad de tonos y tamaños. Quizás una de las más grandes que se puede ver es el experto buceador, un ave de interior y también de la costa, el cormorán grande. Su tonalidad oscura cambia en la época de cría, cuando aparecen una serie de detalles en el plumaje de los individuos reproductores.

Cormorán grande (Phalacrocorax carbo) posado en un tocón arrastrado por el río.
Las disimuladas puntas blancas de las plumas de la cara son propias de individuos reproductores.
Su plumaje y la forma de sus patas están preparados para la pesca submarina, con el pico a modo de arpón.

De color blanco y con muchísima más elegancia que nuestro anterior compañero, la garceta común, se acicala el plumaje después del ejercicio que supone salir a pescar. A diferencia que el cormorán, nuestra ardeida, trata de capturar a sus presas desde la superficie, utilizando sus largas y delgadas patas para pasar desapercibida y su fuerte pico a modo de lanza para hacerse con los peces que quedan atrapados en las charcas cuando sube y baja la marea.

Garceta común (Egretta garzetta) durante la persecución, esta vez sin éxito.
A pesar de su constancia, el éxito de capturas es relativamente bajo, no es tan fácil como parece.
Garceta común (Egretta garzetta) persiguiendo los pequeños bancos de peces.
La perseverancia tiene su recompensa, y la garceta común pudo disfrutar de la suya.
Nosotros nos conformamos con admirar su plumaje y su elegancia en imágenes como esta.

No podían faltar en lugares como este aves completamente marinas como el charrán patinegro o las gaviotas, sobre todo reidoras y cabecinegras. Ambos comparten orilla a lo largo de la playa eviatndo molestarse mucho, aunque cuando se les ve juntos, crean una hermosa escena. Es curioso que el charrán patinegro, una especie principalmente de la costa, donde pasa gran parte del tiempo realizando espectaculares picados hacia el agua y capturando peces de superficie, sin embargo, ahora que están en la playa se les ve muy tranquilos. No parece que estos pilotos de vuelo acrobáticos tuvieran tiempo para relajarse.

Bando de charranes patinegros (Sterna sandvicensis) descansando tras un duro día de pesca.
Como ya hemos visto en otras salidas, esta especie es peculiar por su punta del pico amarilla.
Hermosa escena compuesta por varias especies compartiendo lugar en la playa.
Charranes patinegros (Sterna sandvicensis) y gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus).

Ahora llega el turno de las limícolas y una de las más grandes de los Lances es el chorlito gris, una especie con dimorfismo estacional, lo que quiere decir que presenta dos morfos o plumajes en función de la estación. En verano le salen las plumas nupciales, las que le servirán para cortejar a la hembra.  Obviamente están son muchísimo más espectaculares que las que presenta durante el invierno. A pesar de ello, es una especie fácil de distinguir, porque sea la época que sea, siempre presenta una mancha negra en cada axila, lo que la diferencia de otras especies.

Chorlito gris (Pluvialis squatarola) con plumaje invernal en la playa de los Lances.
En invierno es bastante más gregario y se junta en bandos que al volar enseñan sus manchas negras.

Aunque ya los conocéis muy bien gracias a la entrada del mes pasado "Los tres chorlitejos" estas pequeñas limícolas caminan y corretean por las arenas de los Lances. Es de los pocos lugares donde se puede ver al chorlitejo patinegro, al chorlitejo grande y al chorlitejo chico juntas en la misma playa. Es una buena forma de aprender sus diferencias que ya vimos el mes pasado.

Chorlitejo chico (Charadrius dubius) en la playa de los Lances.
Para saber más sobre esta especie haz clic aquí.
Chorlitejo grande (Charadrius hiaticula) en la playa de los Lances.
Para saber más sobre esta especie haz clic aquí.
Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus) en la playa de los Lances.
Para saber más sobre esta especie haz clic aquí.

Las siguientes limícolas, aunque son un poco más pequeñas, no pasan desapercibidas. De hecho es curioso la cantidad de correlimos tridáctilos que hay en la playa. Van poco a poco andando en pequeños grupitos mientras picotean el suelo. Es muy fácil reconocer su rastro, ya que las huellas dejadas van siempre acompañadas de miles de agujeritos que son sus picoteos en la arena. 

Tres correlimos tridáctios (Calidris alba) en una de las charcas que quedan tras bajar la marea.
Su nombre científico hace referencia a su aspecto pálido y claro, el que más de todos los correlimos.

Si uno espera hasta el atardecer, puede ver imágenes tan bonitas como esta en la que la luz del sol de poniente da un color cálido a las plumas de vuelo de nuestros correlimos.

Correlimos tridáctilos (Calidris alba) en vuelo en la orilla de la playa de los Lances.

Finalmente, una de las limícolas que puede pasar más desapercibida es el andarríos chico, que se pasea por la desembocadura del río, junto con algunas lavanderas boyeras, chorlitejos patinegros y correlimos tridáctilos que pueden llegar a llamar más nuestra atención. Este pequeño, es mucho más oscuro que las anteriores limícolas y muy habitual no solo en la costa sino también en el interior, en las orillas de ríos, embalses y lagunas.

Andarríos chico (Actitis hypoleucos) junto a la desembocadura del río Jara.
Su largo pico le permite llegar a capturar a los invertebrados enterrados en la arena.

En esta playa, donde aparentemente parece que todo marcha bien, existe un gran problema como en muchas otras playas de la costa española. El exceso de turistas y el descontrol de sus actividades llevan en ocasiones a degradar el hábitat de todas estas especies. El entorno está muy deteriorado, sobre todo la zona dunar, donde crían las aves. Las causas de este mal estado es el continuo paso de gente y el uso de estas dunas a modo de aparcamiento. A este problema se le suma el avance de las urbanizaciones y el vertido residuos asociado, así como las infraestructuras que impiden el buen desarrollo del sistema dunar, un ecosistema único de alto valor ecológico y esencial para la reproducción de aves como el chorlitejo patinegro entre otras. ¿Es este el aspecto que debería tener un espacio protegido bajo la categoría de Parque Natural o Paraje Natural?

Atardecer en el Paraje Natural de la playa de los Lances, en el Parque Natural del Estrecho.

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