De gran extensión y diversidad de habitats, los rincones de la Janda se extienden en una comarca situada en el centro de la provincia de Cádiz. Su nombre se lo debe a la antigua laguna de la Janda que ocupaba gran parte de lo que hoy son cultivos de regadío y canales de riego.
A pesar de la transformación del paisaje y la pérdida de determinados hábitats, las aves han sabido salir adelante, han demostrado sus capacidades de supervivencia. Claro está que la calidad de las poblaciones no es la misma y por supuesto se entiende que las especies menos resilientes, las más especialistas han abandonado este territorio. Sin embargo hay esperanza todavía en un territorio que sorprende al visitante, porque a pesar de que los cultivos predominen en la Janda, los cielos siguen siendo de ellas, de las aves.
Gracias a una estupenda guía de campo sobre el lugar, supimos movernos por allí sin problema alguno. Os recomiendo llevar con vosotros este libro que tanto nos ayudó, si vais a visitar la Janda, el estrecho o Los alcornocales, lo llevéis con vosotros, es muy completo y está escrito también en inglés, "Guía de Aves del Estrecho de Gibraltar. Parque Natural Los Alcornocales y Comarca de la Janda" de David Barros Cardona y David Ríos Esteban de la editorial ornitour.
Siguiendo las indicaciones de un ornitólogo aficionado de una localidad cercana al lugar, mi buen amigo Alfonso Carmona y yo nos dirigimos directos a la Janda. Este lugar empezó sorprendiéndonos desde el principio. Las largas vallas de alambre de espino que delimitan las parcelas nada mas entrar por la Venta del Retin, sirven de apoyo para varias especies, entre las que se encuentra el escribano triguero, bien situado para que su canto se oiga en todos lados, el cistícola buitrón que se deja ver bien después de su vuelo cantarín o la collalba rubia, que utiliza estos elementos a modo de atalaya para abalanzarse sobre los insectos de los que se alimenta.
Escribano triguero (Emberiza calandra) cantando a pleno pulmón. Estos territorios tan amplios y el ecosistema tan estepario son idóneos para el triguero. |
Macho de collalba rubia (Oenanthe hispanica). Colores inconfundibles los del macho. Además presenta, como el resto de collalbas, el famoso dibujo en forma de T en la cola. |
Sin embargo si hay una especie que hace buen uso de estos alambres es el alcaudón común, que aprovecha esos pinchos para ensartar a sus presas y hacer más sencilla su ingestión. Esto le permite alimentarse de casi todo lo que se mueve, desde grandes escarabajos, hasta lagartijas y pequeños roedores.
Alcaudón común (Lanius senator) en la Comarca de la Janda. Aunque su tamaño puede engañar, su instinto y su voracidad lo convierten un gran depredador. |
Cuando levantas un poco la vista y alcanzas a ver los pastos para el ganado que se encuentran escoltados por estas alambradas, puedes dar con una fauna que se desplaza más tiempo a pié que volando, son especies como la perdiz roja o el faisán común. Ambas se las puede ver paseando en pareja, macho y hembra juntos entre los extensos herbazales. Junto a ellas y detrás del ganado se encuentra la garcilla bueyera, que se aprovecha del movimiento del ganado, que levanta insectos y artrópodos de los que se alimenta. Además si se hace con un pequeño vertebrado tampoco le hace ascos.
Perdiz roja (Alectoris rufa) entre la vegtación, y cerca de su pareja. Cuando nazcan los pollos, seguirán a su madre y se podrán ver familias enteras de perdices |
Si se repara un poco en ese pequeño movimiento que hay entre la hierba, se puede descubrir, que cerca de donde pasean los anteriores enamorados, se ven uno o dos bisbitas pratenses propios de estas llanuras cultivadas, aunque también son habituales de entornos húmedos.
Y es que poco a poco nos vamos acercando a los cultivos inundados, a los canales de riego, donde una gran cantidad de aves encuentran recursos suficientes como para alimentarse o anidar. Es una clara muestra de que el agua es sinónimo de vida y de diversidad.
La vegetación palustre que crece alrededor de los canales de riego, sirve de cazadero para tres especies de ardeidas, la garza real, bien distribuida por todo el territorio, la garza imperial, algo más escasa y la garceta común, bastante común y mucho más pequeña que las dos anteriores.
Garceta común (Egretta gazetta) en uno de los canales de riego. Se alimenta de presas más pequeñas, se diferencia del resto de ardeidas por sus pies amarillos. |
Para ellas, andar entre la vegetación es sencillo, gracias a sus largas patas que llegan hasta el fondo. Una vez han recorrido buena parte del terreno, y han detectado a una presa, la acechan para seguidamente estirar rápidamente su cuello y capturarla con ese pico en forma de daga. Es una técnica particular de estas especies. Otras aves siguen prácticas de alimentación totalmente opuestas, como es el caso del calamón común. Este tosco animal, posee unos dedos en las patas extremadamente largos, lo que le evita que se hunda cuando anda por encima de la vegetación. Además los utiliza para sujetar los tallos de los que se alimenta.
Calamón común (Porphyrio porphyrio) andando sobre la vegetación. No posee unas patas largas que le permitan llegar al fondo. Sin embargo, sus largos dedos evitan que el calamón se hunda en el agua. |
Otro pequeño conjunto de aves, evita zonas de corriente, como pueden ser los canales de riego y explotan otro ecosistema de la Janda, los cultivos inundados de aguas más tranquilas. El origen de esta comarca favorece la inundación, pues antes se trataba de una gran laguna. Aquí limícolas como la cigüeñuela común o aves más grandes como moritos hacen uso de sus largos picos para acabar con los invertebrados acuáticos que se mueven por el fondo o aquellos que viven semienterrados en el limo.
Las anátidas también prefieren estos lugares, donde las algas (macrófitos acuáticos), su principal alimento, son más abundantes y crecen más accesibles. Grupos de cucharas comunes o de ánades azulones se juntan allí donde encuentran una pequeña lámina de agua. Justo con ellas un pequeño de grupo de espátulas comunes llega desde lo lejos. En vuelo son inconfundibles con ese pico tan característico, pero cuando están lejos pueden parecer, por le color blanco, garcetas.
Pareja de ánade azulón (Anas platyrhynchos) nadando tranquilos. Esta anátida tiene una amplia distribución a lo largo del territorio, le basta con una pequeña charca. |
De las rapaces que dominan los cielos de la Janda solo hay una que está estrictamente asociada con los ecosistemas acuáticos, es el aguilucho lagunero occidental que por abril metía palos a un nido cerca de los cultivos.Otras como el cernícalo vulgar son expertos en controlar el viento, cerniéndose cuando es necesario campear para encontrar alimento. Los especialistas en corrientes térmicas, los buitres leonados, encuentran de vez en cuando, en la Janda, animales que han muerto y que son un festín para estas aves necrófagas. Los milanos reales, que también intentan hacerse con algún pedazo, huyen de la escena cuando son expulsados por los buitres.
Poniendo ya rumbo de vuelta y volviendo la vista los pequeños pajarillos que adornan los campos y los cielos en la Janda, podemos ver que los jilgueros y los mosquiteros están haciéndose con las semillas de algunas plantas que ya han florecido, los verderones buscan también la oportunidad de hacerse con alguna semilla que quede en algún cardo. Mientras tanto, la lavandera boyera, espera en una ramita cerca del camino para hacerse con las mariposas y otros insectos voladores que quedan más expuestos.
Mosquitero común (Phylloscopus collybita) poniéndose las botas. En esta postura tan poco habitual se hace con las semillas que crecen en la base. |
lavandera boyera (Motacilla flava). Desde ahí tiene mejor vista del camino, para poder detectar a sus pequeñas presas. |
La diversidad de la Janda, a pesar de haber sufrido un duro golpe tras la desaparición de la laguna que le dio el nombre, ha sabido ser resiliente y se abre paso en un lugar que con la llegada del calor se hace bastante más duro. A pesar de ello hay esperanza entre los rincones de esta comarca gaditana en los que se puede encontrar vida latente a la espera de luchar por su supervivencia.
Ranita meridional (Hyla meridionalis) en un taray cerca de una pequeña charca. |
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