domingo, 3 de marzo de 2024

Paramos alcarreños

¡Hola de nuevo!

Después de que la tarde del día anterior cayera una buena nevada, los prometidos paisajes primaverales de la alcarria quedaron cubiertos por un extenso manto blanco de nieve que cubría todo cuanto se veía. Los olivos, los almendros y los sembrados se llenaron de nieve. Fue una salida muy especial, llena de paisajes con nieve y muchas especies, aunque el frío se notó en la presencia de algunas aves, sin embargo disfrutamos de una jornada fantástica de campo con nieve, milanos, picogordos y mucha lavandera blanca sobre la nieve.

Conejo europeo (Oryctolagus cuniculus)
Salimos de Madrid con el aspecto de un día más de finales de invierno. Lo que no sabíamos era que en la alcarria madrileña la nieve se había quedado. Cuando llegamos, el aspecto era el de una postal navideña. En los tejados de las casas, los caminos y todo a nuestro alrededor estaba cubierto por la nieve. Fue espectacular. Empezamos andando por el camino y fue muy llamativo ver lo visibles que son los conejos sobre la nieve, hoy deberían tener más cuidado de lo habitual. 

A pesar del aspecto invernal, los pinzones ya canturreaban junto al camino y de lejos se escuchaba el chi-chi-pan de un par de carboneros. Nos fuimos acercando y también pudimos ver algunas currucas cabecinegras sobre las frías ramas de un rosal, algo más inquietas de lo habitual, quizás entrando en calor con los tímidos rayos de sol que atravesaban la gélida atmósfera que se había creado. 

Hembra de curruca cabecinegra (Curruca melanocephala)

En seguida entre el resto de rosales fuimos encontrando más y más especies. Uno de ellos estaba lleno de gorriones morunos,, machos y hembras se dejaban ver sobre las espinosas ramas del rosal. Siempre que nos encontramos esta especie acabamos embobados mirándola, observándola. Se nos pueden pasar los minutos rapidísimo sin darnos cuenta mirando a través del telescopio. 

Machos y hembras de gorrión moruno (Passer hispaniolensis

Un poco más adelante, en los cables, un grupete de gorriones chillones hacían entrada en escena. Mientras unos vigilaban desde la parte superior del cable, otros buscaban alimento en las partes libres de nieve en la base de la torreta. Este es uno de los problemas en invierno de las aves que se alimentan en el suelo. Al final cuando la nieve lo cubre todo necesitan vérselas y deseárselas para poder encontrar huecos libres y verdes.

Gorrión chillón (Petronia petronia)

Gorrión chillón (Petronia petronia)

Los estorninos no paraban de pasar y agruparse en los pocos campos libres de nieve. Los milano se empezaban a animar a la fiesta. Se ve que poco a poco la cosa se iba animando a pesar del frío. Jilgueros, zorzales y más gorriones morunos se movían junto a un arroyo cercano. Imposibles de localizar con tanto movimiento. Para nuestra sorpresa, los que esta vez eran más fáciles de ver y no se movían tanto eran los mosquiteros, que se quedaban quietos al sol, quizás tratando de imitar a las currucas cabecinegras. Es sorprendente ver a estas aves tan pequeñas sobrevivir a la intemperie en condiciones climatológicas tan adversas como esta. Poco a poco avanzábamos y veíamos como se escondían temerosas.

Milano real (Milvus milvus)

Estorninos negros (Sturnus unicolor) y un estornino pinto (Sturnus vulgaris)

En las partes congeladas del riachuelo, las lavanderas blancas se agrupaban y se dejaban ver moviéndose con soltura entre la nieve y el hielo buscando los pocos invertebrados que hayan podido sobrevivir a la helada. Mientras pardillos, jilgueros y otras aves se mueven entre los matorrales, evitando nuestras miradas. Se ve que la nieve les ha vuelto algo más desconfiados de lo habitual. Sin embargo, una atrevida cogujada montesina se deja ver entre la blanca nieve, mostrando su disimulada cresta. Simplemente hermosa. 

Lavanderas blancas (Motacilla cinerea)

Lavandera blanca (Motacilla cinerea)

Lavandera blanca (Motacilla cinerea)

Cogujada montesina (Galerida theklae)

La ruta iba llegando a su fin y veíamos como laguneros, busardos ratoneros y cuervos iban animando la parte aérea. En las copas de los árboles las urracas era tremendamente abundantes. Es buena época y lugar para los críalos que en otras ocasiones hemos visto por decenas. En cambio, ni un atisbo de primavera éramos capaces de capturar en un paisaje tan invernal. Ni críalos ni nada. Unas atrevidas abubillas nos recordaban que pronto llegara el equinoccio. Sus precioso plumaje no parece combinar bien con la nieve, el contraste es muy fuerte, un ave de presencia principalmente estival con un ambiente tan invernal.

Por suerte consiguieron transmitirnos la esencia primaveral que se escondía bajo el manto de nieve. ¡Por fin algo de primavera! Entre tanto los pinzones y los carboneros se movían entre los olivos y con tanto ajetreo pudimos encontrarnos con un magnífico picogordo, que posó como nunca lo hacen. Pudimos verles perfectamente, con ese precioso pico metalizado y ese plumaje discreto y modesto pero atractivo y hermoso al mismo tiempo. Después de que le viéramos y le reviéramos desapareció entre los árboles mientras los bisbitas pratenses, sorprendentemente, sonaban de fondo.

Macho de picogordo común (Coccothraustes coccothraustes)

Poco a poco los olivos y almendros, cuyas flores empezaban a asomar entre la nieve acumulada en las ramas, se abrían y el paisaje se volvía amplio y estepario. Sembrados, barbechos y labrados cubiertos de nieve sobre los que se oía el melodioso reclamo de las alondras comunes. Teníamos ganas de encontrarnos con alguna avutarda. Aquí son habituales, aunque a veces son difíciles de localizar. 

Flores de almendro entre la nieve

Aunque no era una avutarda,, un precioso alcaudón real se dejaba ver en su posadero habitual, junto a un triguero que reclamaba a pleno pulmón. Fue una de las especies estrellas, ese alcaudón, lo vimos perfectamente, le diferenciamos la barriga, gris-rosácea, el antifaz y la inconfundible silueta. Precioso. Para muchos una de sus aves favoritas y creo que es una decisión con peso, es increíble lo mires por donde lo mires. 

Macho de serín verdecillo (Serinus serinus)

Seguimos andando y por fin localizamos una avutarda, que se veía completamente blanca con tanta nieve, casi pasaba más desapercibida de lo que normalmente lo hace. Se ve que las partes inferiores blancas la disimulaban estupendamente en la nieve, fue raro pero precioso al mismo tiempo.  

Vista de la capital desde los paramos alcarreños

Con esto poníamos punto final a la ruta, nos dimos un buen paseo por la nieve, atravesando cultivos, olivares y campos de almendros, todos cubiertos por la nieve. Fue una preciosa aventura en la que pudimos ver casi 40 especies de aves en un escenario nevado que pocas veces podemos tener a 800 metros de altitud.

¡Hasta pronto!

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1 comentario:

  1. Mucho frío pero valió la pena, la hizo muy particular e inesperada. Inolvidable como siempre, José María. Muy buena crónica. Gracias. Cristina

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