Hola de nuevo.
Después de varios días de lluvias, y tras mirar el tiempo muchas veces, decidimos no volver a cancelar la salida. Y menos mal, porque, aunque nos mojamos un poco, fue una visita fantástica al bosque mediterráneo madrileño, con berrea, jabalís, liebres, zorros, gamos y la estrella de la excursión, la cigüeña negra.
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| Cigüeña negra en Madrid |
La mañana amanecía brumosa, de aspecto otoñal y con un cielo amenazante. Al inicio de la pista tres milanos reales nos daban la bienvenida ajenos a la posible lluvia. Es una zona de mucho ganado y suelen verse muchas rapaces, aunque con la previsión meteorológica sería diferente. Avanzando por el camino nos empezó a diluviar. Gotas como puños y escorrentía como cintas de aeropuerto. Poco a poco se nos iba cambiando la cara. Sin embargo, al final del camino el cielo se abría. Todo esto dentro de nuestra furgoneta, no os penséis que habíamos puesto un pie fuera.
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| Amanecer entre nubes amenazantes. |
Aparcamos, nos preparamos con chubasqueros y prismáticos y empezamos la ruta. La lluvia parecía estar planificada, ya que a los pocos metros cesó y nos dejó observar a la pobre hembra de águila imperial ibérica en su posadero de siempre, empapada hasta los huesos. Entre charcos y encinas, las azules plumas de los rabilargos salpicaban agua jugando con los charcos del camino. Las alondras totovías se arrancaban a cantar y los papamoscas cerrojillos se oían reclamando en la densidad del bosque. Todo cobraba vida.
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| Papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) (Foto de Jesús A. Serrano) |
Durante el camino hablamos de la biología de las aves, de sus adaptaciones y de su capacidad para soportar inclemencias meteorológicas como las que acabábamos de presenciar. Entre tanta charla, un valiente zorro apareció frente a nosotros. Estaba precioso. A pesar de la lluvia se le veía con el pelaje impoluto, bien cuidado y hermoso. Estuvo un rato dudando. Quería cruzar el camino, pero estábamos nosotros. En un primer intento saltó la valla para darnos un rodeo, pero no le debió parecer buena idea, porque se dio media vuelta, volvió a saltarla y se marchó por el otro lado. Así estuvimos viéndolo un rato más y disfrutándolo bien con los prismáticos. Gracias a este encuentro pudimos dar con el macho del águila imperial ibérica. Se encontraba posado sobre otra torreta diferente, pero con la misma cara de "oh dios, mío por qué habrá llovido así".
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| Zorro rojo (Vulpes vulpes) (Foto de Jesús A. Serrano) |
Siguiendo la ruta aparecían los papamoscas posados, las totovías y algún que otro zorzal charlo. Cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos al lado del macho de águila imperial ibérica. Quizás en otras condiciones hubiera volado, pero estando mojado, se lo ahorraría y nos regalaría unas vistas maravillosas a través del telescopio. Acompañando el momento, una dulce melodía otoñal sonaba de fondo: la berrea. Las abundantes lluvias del mes de septiembre han hecho que las temperaturas bajen y el pasto rebrote, dejando el suelo de la dehesa como una alfombra verde que gusta más a ciervos y gamos.
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| Macho de águila imperial ibérica (Aquila adalberti) |
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| Macho de águila imperial ibérica (Aquila adalberti) |
Unos jabalís con sus jabatos se veían a lo lejos, cerca del río, lugar en el que buscaríamos a las cigüeñas negras. Su dieta, sus hábitos de caza y su ecología trófica en general hacen, a estas cigüeñas, frecuentar ambientes distintos a los que estamos acostumbrados a ver en sus parientes blancas. En un primer barrido con los prismáticos no parecía que hubiera ninguna. En cambio con el telescopio, pudimos encontrar una cigüeña negra en la orilla. Pronto la pusimos en el telescopio para que todo el mundo la viera. Allí estaba con su plumaje negro y su vientre blanco. No estaba sola. En el curso del río asomaban de vez en cuando algunas más y pudimos contar hasta cuatro. Posiblemente habría más, pero esa escena con las garzas reales fue maravillosa.
Cigüeña negra (Ciconia nigra)
Cigüeña negra (Ciconia nigra)
Aquí en Madrid paran anualmente grupos numerosos de cigüeñas negras. Los arroyos y ríos que recorren las encinas del norte de la capital son su lugar favorito y en los mejores años hemos llegado a contar hasta 12 ejemplares alimentándose en la misma zona. Septiembre es su pico de paso migratorio, pero podrán alargarlo casi hasta noviembre. Su viaje comenzó hace semanas y en esta ruta del oeste de Europa pasa la población belga, francesa e ibérica. Qué guay es imaginar o elucubrar la procedencia de tantos ejemplares, sobre todo cuando hay tanto joven.
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| Grupo observando |
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| Paisaje del bosque mediterráneo madrileño. |
Ya contentos con estas observaciones de cigüeña negra, nos volvimos, nos despedimos de la pareja de imperiales, que seguían calándose con la lluvia que empezaba de nuevo a caer, y caminamos de vuelta hablando sobre la suerte de mañana que habíamos tenido. Menudo día bonito.
¡Hasta pronto!
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