Después de una semanita de lluvias amanecía nublado en la capital. Desde el punto de encuentro en Madrid hasta la ZEPA de los Pinares y Encinares del Alberche y el Cofio estuvimos viendo el cielo con ciertos claros. La primera parada fue el primillar de Navas del Rey, un lugar excepcional para empezar con un café y ganas de pajarear.
Comenzada la ruta las
cogujadas montesinas salieron a saludarnos, a darnos la bienvenida igual que muchas otras aves, algunas recién llegadas del continente africano como las
golondrinas comunes. El objetivo era no perder de vista el cielo en busca de las rapaces que dan valor a la ZEPA. Así no tardamos en ver a los
cernícalos primillas, todavía jugando a entrar y salir del primillar, sus vecinas las
grajillas y los
estorninos negros pusieron la nota interesante a la observación, no por se aves difíciles de observar sino porque fueron las aves del dato curioso. El estornino por sus impresionantes vocalizaciones sobre imitación y la grajilla por su inteligencia para resolver problemas y por el atractivo de su iris azulado.
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El grupo observando el espectacular vuelo de las rapaces |
Dejando atrás el primillar y con la mirada en el cielo las grandes rapaces comenzaron a hacer su aparición estelar. Los primeros en llegar fueron los
milanos reales, jugando contra el viento, manejando los cambios de altura y dirección con su ágil cola triangular. Los siguiente fueron los grande buitres. Solemnes y decididos
buitres negros y leonados cicleaban sobre nuestras cabezas, tratando de coger una de las pocas corrientes térmicas de este día tan frío. Entre tantos metros de envergadura se coló una de las estrellas de la excursión, la
cigüeña negra. Una suerte poder ver a esta zancuda de escasa población madrileña reproductora, aunque no sorprendió verla, pues se la esperaba, ya que esta ZEPA es uno de los lugares de nuestro territorio donde cría.
Tras las grandes aves emblemáticas del lugar, llegaron las subsaharianas. Como si de un espectáculo de cetrería se tratase
águilas calzadas y
milanos negros sobrevolaron el grupo a escasos metros de altura, quizás siete u ocho para disfrute de los asistentes. Todo un espectáculo visual complementado con el sonido de
alondras totovías,
collalbas grises en pleno paso migratorio o incluso
carboneros y
herrerillos.
Tras una o dos horas disfrutando de los habitantes del bosque mediterráneo llegamos al punto que queríamos, el lugar en el que en otras ocasiones nos habíamos topado con el gran duque, el
búho real. Sin embargo en esta ocasión faltó a su cita. A pesar de ello no llegamos en vano. Una pareja de
críalos estaba tratando de timar a un bando de
urracas distraídas. Pudimos ver el juego de distracción del macho para atraer a las vigilantes urracas y que así la hembra pudiese colocar el huevo sobre su nido. Tras este espectáculo pusimos rumbo de vuelta al autobús para poder visitar el siguiente punto, el territorio del águila imperial ibérica.
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Momento de críalos vs urracas |
A bastante altura y a unos 20 minutos del primillar dejamos el bus para asomarnos a un valle de pinos y encinas donde lo único que se observaba eran enormes pies arbóreos y grandes superficies forestales. Sobre ellas decenas de
buitres negros y leonados, quizás cogiendo la última térmica del día, pues poco a poco se iba cubriendo más y más. Con la amenaza de la lluvia los numerosos y escandalosos bandos de
rabilargos que podían oler el petricor ponen pies en polvorosa y nos dejan ver sus largas colar azules en forma de estela dejada al volar.
De pronto en el horizonte y volando sobre unos grandes pinos aparecen 4 ejemplares de
águila imperial ibérica, el gran objetivo de la mañana. Dos pajizos (juveniles) y dos adultos, estos últimos realizando vuelos conjuntos. Tras unos minutos volando juntos cada uno de los cuatro puso rumbo distinto. Uno de lo adultos nos pasó justo por encima, haciendo sombra sobre nosotros y pasando entre los pausados buitres. De esta forma todos pudimos apreciar la gran diferencia que existe entre buitres y águilas.
Con el cielo y nuestros estómagos tronando pusimos rumbo al embalse de Picadas para comer en una de sus áreas recreativas. Normalmente estaría lleno de gente que viene el domingo a comer, pero afortunadamente el "mal tiempo" nos dejó estar tranquilos y apreciar la gran población de
aviones comunes y roqueros que hay junto al merendero. En el soto del Cofio la
curruca capirotada y el
chochín ponen la nota y la banda sonora con sus cantos, mientras el color lo da la
lavandera cascadeña en el río.
Tras la comida pusimos rumbo a la otra punta de la Comunidad de Madrid. Un viaje de 1 hora para atravesar toda la provincia y llegar a los leks de
avutardas y
sisones que gobiernan en el este madrileño. Nada mas llegar ya vimos los grandes machos haciendo la rueda, contamos hasta 10 en un momento junto a muchas hembras que pareció que no les importaba mucho el esfuerzo de sus compañeros. Fue estupendo ver este espectáculo del mes de abril en el que los machos dan la vuelta a su plumaje para demostrar su aptitud a las hembras.
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Ambiente de pseudo-estepas en el este madrileño. |
Entre tantos amoríos la lluvia estaba al caer, y nunca mejor dicho. Las
cogujadas comunes se dejaron ver y de esa forma pudimos compararlas con las montesinas de por la mañana. Fue impresionante también el despliegue que hacían dos machos de
aguilucho pálido y cenizo mostrando sus puntas negras y sus colores grisáceos. Una pareja de
aguiluchos laguneros que campeaban a ras del cereal hizo que hiciésemos pleno de aguiluchos. En uno de sus vuelos en busca de merienda, unas asustadas
gangas ortegas levantaron el vuelo revoloteando y cayendo al suelo de nuevo. El revuelo primaveral y el provocado por la lluvia no hacía más que provocar que las avutardas fueran de un lado para otro, buscando hembras o machos y buscando los mejores puntos para exhibirse.
Entre tanto ajetreo una pareja de
sisones sobrevoló el lek (zona de exhibición) de las avutardas. Fue una suerte poder ver a estas escasas aves cada vez más difíciles de localizar, sus poblaciones en España están desapareciendo a una velocidad inimaginable, por lo que nos consideramos muy afortunados de poder ver una de las pocas parejas que tratarán un año más de darle un empujón a la especie.
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Observando la rueda de las avutardas. |
A pesar de la lluvia, la gran lista de aves vistas hasta el momento no hacía más que aumentar, un bando de
avefrías sobrevuela la zona haciendo acrobacias muy parecidas a las nupciales, por lo que nos imaginamos que podían criar en esta otra ZEPA. Aunque sin duda el protagonista de la tarde y del chaparrón fue el
alcaraván. Una pareja de esta críptica especie comía ajena a la lluvia y a los ornitólogos que los observaban. Esta es también una más de las esteparias amenazadas y que tanto están desapareciendo, sin embargo tuvimos la suerte de ver de cerca una parejita.
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Momento alcarván ¡¡Gracias a Miguel del Equipo Alcaraván!! |
Ya mojados y divisando el calentito bus al final del camino un
chorlitejo chico y un par de
ánades azulones hacían aparición en una balsa de agua al final del camino. Entre la vegetación que la rodeaba una empapada
collalba gris resistía el chaparrón con algo de dignidad pensando en la calurosa tierra africana que abandonó hace unas semanas.
Una vez en el bus el recuento de aves fue estupendo, un total de 73 especies de aves vistas en dos ZEPAs madrileñas muy importantes, la de las grandes rapaces y la de las amenazadas esteparias. Un buen número para un día algo gris pero lleno de grandes momentos, risas y como no, aves.
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Ecosistema cerealista donde se observaron las esteparias. |
Hola. Genial blog. Buena colección de aves. Por cierto, cómo has puesto lo de OTRAS ENTRADAS INTERESANTES.. no lo encuentro en internet, y antes lo tenía. Gracias
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