Es por estas fechas cuando hace ya un par de años, salí a observar las aves que adornan los pequeños bosques de ribera que quedan en la margen del río Lozoya o el arroyo Aguilón. Cerca de Rascafría, cruzando el puente del Perdón, justo enfrente del Monasterio del Paular se encuentra el escenario de tan amplia variedad de colores y sonidos que el otoño guarda para nuestro disfrute.
Monasterio del Paular con la Sierra de Guadarrama de fondo. |
Mirlo acuático europeo (Cinclus cinclus) en el río Lozoya.
Su característica buceo le permite capturar invertebrados acuáticos.
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Junto a la orilla del río, el sonido del agua corriendo queda interrumpida por el alboroto que están montando un grupo de gorriones comunes (Passer domesticus) mientras se dan un baño mañanero.
Grupo de gorrión común (Passer domesticus) dándose un baño en el Lozoya.
En invierno es común ver a este pajarillo formando pequeños bandos.
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Petirrojo europeo (Erithacus rubecula) en la ribera del Lozoya.
Nuestro inquieto acompañante es un ave común y forestal
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Carbonero común (Parus major) en el bosque de ribera del Lozoya.
A este pajarillo le encantan las formaciones boscosas como esta.
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De vez en cuando se va abriendo este bosque tanto le gusta al carbonero y aparecen algunos claros. Entre ellos hay uno que lo compone una pequeña charca preciosa adornada con vegetación palustre. La cercanía al bosque provoca que junto al macho de ánade azulón (Anas platyrhynchos) haya flotando las pequeñas hojas que tira el otoño. Cerca del lugar y próximo al río, algunos árboles han perdido ya por completo sus hojas, facilitándome encontrar al pequeño chochín común (Troglodytes troglodytes).
Junto al río el reclamo insistente del chochín común, acompañado del sonido del viento sobre los árboles y las hojas cayendo, me da un momento de tranquilidad y decido parar para tomar un pequeño tentempié en un claro con unas mesas entorno a un viejo roble colocadas a modo de merendero.
Macho de ánade azulón (Anas platyrhynchos) en una charca cerca del Lozoya. |
Chochín común (Troglodytes troglodytes) en las cercanías del Lozoya.
De apenas 10 cm le encanta la vegetación riparia.
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Mientras disfruto del fresco de la sierra de Madrid y de mi sándwich, me percato de que no muy lejos de donde estoy también hay un pajarillo con hambre. Su color azul y su delgado antifaz delatan la identidad de mi compañero de merienda, el trepador azul (Sitta europaea) que se me queda mirando mientras sujeta lo que parece ser una avellana.
Trepador azul (Sitta europea) sujetando una avellana en los alrededores del Lozoya.
Esta ave muestra predilección por los hayucos y las avellanas.
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Trepador azul (Sitta europea) en el bosque de ribera del río Lozoya.
Su nombre hace referencia a su capacidad para moverse por los troncos de los árboles.
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Es tiempo ya de dar media vuelta y poner rumbo a casa, sin embargo un tamborilero llama mi atención justo detrás de donde me encuentro. Se trata de un pico picapinos (Dendrocopos major) picotenado la madera muerta de algunos chopos.
Después de observar un rato largo cómo va tanteando las zonas secas del tronco en busca de las larvas de algunos coleópteros, decido coger el camino de vuelta. Aunque corto, no deja de sorprenderme y avanzo mientras me encuentro a un pinzón vulgar (Fringilla coelebs) que se alimenta de los pequeños frutos que ha traído el otoño y que le darán la posibilidad de coger fuerzas antes de que llegue el duro invierno.
Pico picapinos (Dendrocopos major) dando golpes en el bosque del Lozoya.
Secuencia en la que se ve al protagonista tamborilear.
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Pico picapinos (Dendrocopos major) en uno de los chopos del Lozoya.
Sus contrastes blanco, negro y rojo son muy llamativos.
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Pinzón vulgar (Fringilla coelebs) en la cercanías del río Lozoya. Coger peso antes del invierno es importante, pues en esta altitud el alimento escaseará. |
Después de toda la mañana paseando por los alrededores, finalmente estoy seguro de que volveré otro otoño. Sus olores, colores, sonidos y composiciones al norte de la capital dan un aliento fresco a nuestra ajetreada vida de urbanitas. Os recomiendo que salgáis en otoño equipados con vuestras cámaras de fotos, obtendréis maravillosas fotografías y os deleitaréis con una amplia variedad de aves que os acompañarán en vuestra visita al Valle del Lozoya.
Mito común (Aegithalos caudatus) se despide en el Valle del Lozoya. |
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