Submeseta sur toledana

Hola de nuevo.

Una semana más continuamos con nuestras excursiones por la geografía española. En esta ocasión viajamos a la parte norte de la provincia de Toledo, la submeseta sur toledana. Allí recorrimos estepas y lagunas, descubriendo la riqueza de este paraje y viviendo una naturaleza muy salvaje, con fantásticos encuentros y aves únicas. Disfrutamos de la ventana de buen tiempo que nos dejaron los temporales y vimos llenarse de agua zonas que hacía años que no tenían tanta agua. Os cuento más detalles en la crónica del viaje. ¡Vamos allá!

Grupo de flamenco común (Phoenicurus roseus) al fondo. En primer término observatorio de la laguna.

Después de las intensas lluvias de la semana, llegábamos al sábado con dudas sobre el tiempo. Sin embargo, contra todo pronóstico, las previsiones hablaban de temperaturas bajas pero sin lluvias. Era nuestra oportunidad. A las 08.00 de la mañana estaba todo el grupo todos preparado, casa uno con su comida para pasar un día completo por la provincia de Toledo. 

Nuestra primera parada, entre barro y a una temperatura de 6°C, fue junto a los Yesares de la provincia de Toledo, a una hora de la capital. Allí un pequeño riachuelo inunda un valle colmatado de carrizo. Es el hogar del bigotudo, un ave de distribución fragmentada en nuestra latitud que únicamente está presente en algunos humedales concretos, vamos a decir que solo en "los elegidos". Justo aquí, la extensión de carrizo es tan buena que hay una población sedentaria que se ha convertido en el emblema de este paraje. No es fácil dar con estas aves en la inmensidad del carrizo, pero igualmente iniciamos el paseo con ganas. 

En seguida vimos movimiento. Tarabillas y cetias ruiseñores nos daban falsas alarmas. En el entorno los escribanos trigueros daban el concierto mañanero con sus reclamos, incordiando un poco a un alcaudón real ibérico, que parecía no haberse desperezado todavía. Seguimos nuestro camino mirando constantemente el carrizo hasta alcanzar el observatorio. Desde allí pudimos ver gallinetas, mosquiteros y un par de ánades frisos. Hubo quien también vio ruiseñor pechiazul, pero el sobresalto nos lo llevamos cuando apareció el bando de bigotudos. Allí estaban subiendo con sus santitos por la vegetación palustre. Fantástico, qué ave tan única. El encuentro fue breve y nos quedamos con ganas de más, pero está claro que es eso justo lo que mantiene vivo el atractivo del bigotudo.

Alcaudón real (Lanius meridionalis) 

Así quedaron las ruedas de la furgoneta tras meternos por donde no debíamos

Volvimos poco a poco hacia el coche con la esperanza de reencontrarnos con ellos, pero no fue así. Tras quitarnos unos 38 kilos de barro de las botas, seguimos nuestro viaje por Toledo. En dirección sur, fuimos avanzando hasta llegar a la zona esteparia de La Mancha Norte, un lugar con una muy buena población de aves como la avutarda, de la que pudimos ver un bando de más de 40 ejemplares. Fue una pasada verlas desde lejos, avanzando por los rastrojos o volando. Impresiona mucho esta ave. Por el camino localizamos un tímido mochuelo, nos cansamos de ver cogujadas y no paramos de buscar un ave muy especial que llega en esta época del año, el chorlito carambolo. Este es uno de los lugares donde anualmente se concentran estas limícolas migradoras, tanto en marzo como en octubre.

Con algo de habilidad y suerte logramos salir de los embarrados caminos de los llanos y continuar nuestro viaje. La siguiente parada fue improvisada. A raíz de las intensas y continuas lluvias de los días previos, una pequeña zona de cultivos, pegada a la carretera que nos llevaba a nuestra verdadera segunda parada, se había inundado, formado un encharcamiento temporal que aprovecharon multitud de aves, probablemente algunas a las que el temporal cogió en migración. Aquello fue sorprendentemente único. Seguramente se trate de una zona que se no se inunda casi nunca, o solo hace cada varias decenas de años, con episodios excepcionales de lluvias. Aquella zona de vides, labrados y barbechos, e había convertido en un vergel.

Encharcamiento temporal junto a la carretera donde estaban las aves

Pareja de cigüeñuela común (Himantopus himantopus) en el encharcamiento.

Avefrías, flamencos, cigüeñuelas, correlimos, agachadizas, garcetas, chorlitejos, combatientes, archibebes, andarríos, laguneros e incluso un correlimos de Temminck. Una auténtica pasada. Lo que empezó como un: "Anda mira, vamos a ver qué hay" acabó en casi una hora viendo especies chulísimas. Por si fuera poco, a la fiesta de limícolas de sumó un bando de casi 40 alcaravanes levantados por unos cazadores que andaban por allí. Fue impresionante verlos en vuelo y además se posaron cerca para poder verles bien. Menudo lujo de observación. 

Bando en vuelo de correlimos común (Calidris alpina) y algún chorlitejo grande (Charadrius hiaticula)

Continuamos nuestro recorrido con ganas de quedarnos más. Nuestra siguiente parada también sería interesante y no había tiempo que perder, los flamencos nos esperaban. 

Allí estaban, más de 200 flamencos reflejando su llamativo traje rosa sobre la lámina de agua. Junto a ellos nadaban varios tarros blancos, gaviotas reidoras y alguna anátida despistada. Las orillas, blancas de la costra de sal, acumulaban grupitos dispersos de combatientes, cigüeñuelas y avefrías. Pasamos poco tiempo en este rincón porque nuestros estómagos nos pedían combustible.

Flamencos en vuelo (Phoenicopterus roseus)

Una vez vaciamos nuestras mochilas y dimos cuenta del almuerzo, continuamos viajando hacia el sur aproximándonos al límite con Ciudad Real donde ya empieza la célebre zona de la Mancha Húmeda, un entramado de Reservas Naturales, Humedales RAMSAR, Lugares de Importancia Comunitaria y ZEPAs donde acabaríamos nuestro viaje. Hasta 3 lagunas de este complejo visitaríamos en la tarde. En la primera de ellas, tras un breve paseo hasta el punto de observación, pudimos ver huellas de algunos de sus habitantes, como el alcaraván. El barro blando de las lluvias de principio de la semana ayudó a las aves a dejar por escrito su presencia. La entrada a la laguna estaba inundada, pero no lo suficiente como para crear una lámina de agua con profundidad, sino un encharcamiento somero donde pudimos ver chorlitos chico y grande además de varias agachadizas y andarríos grande. En el carrizo y el bosque de tarayes que rodea la laguna, se movían también algunos paseriformes. En esta fecha son abundantes los mosquiteros comunes en migración, pero también hay aves locales como tarabillas o gorriones morunos. La mayoría de ellos se movía en un pequeño arbolito sin hojas en mitad del carrizo. Sin duda un lugar muy concurrido y que nos tuvo un rato entretenidos, sobre todo después de que en una de las ramas secas del arbolito se posara un hermoso pechiazul con todo el color en el pecho. Aunque su aspecto queda lejos del que puedan tener en primavera, el encuentro fue maravillosos. Así estuvimos jugando durante un rato a ver dónde se posaba.

Ruiseñor pechiazul (Luscinia svecica)

Grupo observando aves

Mientras, ajenos a todo este sobre salto, los flamencos y otras anátidas aprovechan los recursos que esta laguna les brinda. Este año estaba exuberante. Bandos enormes de cucharas comunes, cercetas en vuelo que se ven diminutas, flamencos agitando sus rosadas alas o el que sería nuestro primer ánade rabudo de la temporada. Así estuvimos jugando a identificar aves acuáticas, entre anátidas, fochas, zampullines, flamencos y algunas limícolas en vuelo. 

Bando de avefría europea (Vanellus vanellus) en vuelo

Agachadiza común (Gallinago gallinago) reflejada en los encharcamientos de la laguna

Chorlitejo chico (Charadrius dubius)

En la segunda laguna se acumulaban los patos colorados. Bandos de cientos de ejemplares junto con otros tantos de fochas cubrían prácticamente la superficie de la laguna. Las gaviotas empezaban a llegar al caer poco a poco el sol. El ajetreo del dormidero se podía sentir en el ambiente, tensión entre las aves en cifras de miles de ejemplares. Al fondo se acumulaban las garzas, garcetas grandes, cormoranes e incluso una espátula. Ellas, que no flotan, dormirán, probablemente, en esa parte de la laguna donde hacen pie.

Grupo de pato colorado (Netta rufina) entre fochas (Fulica atra)

En un momento de tranquilidad dos cigüeñuelas, cargadas de coraje, se acercaron hasta la orilla en la que estábamos apostados. Más cerca imposible. Estaban tan cerca que no cabían ni en el telescopio, pudimos contarles hasta las pestañas. Estábamos tan embobados con su estilizada silueta que no nos dimos cuenta de que un águila pescadora acababa de atrapar un pez en nuestras narices. Fue Olga quién dio el aviso de que algo había caído al agua cuando la vimos salir con la cena. ¡Qué momento! Nos dio un par de vueltas y se fue a comerlo a algún poste de la luz fuera de la laguna. Nos quedamos sin palabras.

Una de las cigüeñuelas comunes (Himantopus himantopus) que nos distrajo.

Águila pescadora (Pandion haliaetus) con su botín

Las temperaturas bajaban con la caída del sol y aun nos quedaba la tercera y última laguna. Allí si que estaba el dormidero de cormoranes y garzas. Contamos mas de 100 cormoranes y mas de una  veintena de garzas, garcetas comunes y grandes. 

Garcetas grandes (Ardea alba) una de ellas con un buen pez.

Poco a poco empezaron a llegar los aguiluchos laguneros al dormidero también y pudimos disfrutar de sus elegantes vuelos antes de marchar de vuelta a Madrid. Para terminar, de fondo y algo lejos seis grullas se aproximaban a la laguna ¡Las primeras de la temporada! ¡Qué ilusión nos hizo! Menudo día, menudo lugar, como siempre el mérito de ellas, las aves.

¡Hasta pronto!

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