martes, 27 de octubre de 2015

Grullas en Gallocanta

Desde que empezó a refrescar en octubre, hasta casi el mes de diciembre, está ocurriendo una de las migraciones más famosas de nuestra fauna, la migración de la grulla común (Grus grus). Este fenómeno ocurre dos veces al año; la primera ahora, en estos meses fríos donde las grullas dejan atrás sus territorios escandinavos y bálticos para pasar el invierno en el suroeste de Europa y norte de África; la segunda durante febrero y marzo, momento en el que vuelven a sus territorios de cría.

Uno de los lugares donde estas grandes zancudas pasan el invierno se encuentra en la provincia de Zaragoza y se llama Gallocanta. Forma parte de una cuenca endorréica (sin salida al mar) y se trata de una laguna declarada como Reserva natural dirigida de la Laguna de Gallocanta* en la que las grullas encuentran un alto en el camino donde reposar o bien un lugar en el que quedarse.

Grullas comunes (Grus grus) en la Reserva natural dirigida de la Laguna de Gallocanta.
En invierno se pueden juntar bandos como este o incluso más grandes.
Para mi, ir en febrero con mis amigos Pablo e Irene a despedirme de las grullas zaragozanas, fue una de las mejores experiencias que se pueden vivir en el entorno natural. Sus enormes y densos bandos, junto con sus característicos y sonoros trompeteos hacen reconocible este entorno hasta con los ojos cerrados.

Empecé madrugando para poder verlas salir de la laguna por la mañana. Allí pasan la noche porque el agua da seguridad a muchas aves, su capacidad para evitar a depredadores terrestres, como a los zorros, provoca que muchas aves utilicen láminas de agua a modo de dormideros. Pues allí estaba yo, junto con otros aficionados europeos viendo salir el sol y las grullas.

Grullas comunes (Grus grus) descansando en la Laguna de Gallocanta.
Disfrutar del amanecer en Gallocanta es maravilloso.
Pequeños bandos de grulla común (Grus grus) empiezan a salir de la laguna.
Incluso antes de que el sol salga las grullas ya empiezan a dejar su dormidero.
Bandos de diferentes tamaños saliendo de la Laguna de Gallocanta.
Poco a poco van dejando vacía la laguna.
La migración es muy dura y demanda una energía que las grullas han de acumular antes de adentrarse en el largo viaje.  Para ello buscan dehesas o cultivos (también barbechos) donde pueden hacerse con bellotas, cereales e invertebrados. En el caso de Gallocanta, sus alrededores carecen de dehesas, sin embargo si que abundan las siembras y barbechos don de las aves se dirigen antes de volar al norte de Europa.

Las grullas comunes (Grus grus) sobrevuelan el pueblo de Gallocanta.
Van directas hacia los cultivos generando una imagen muy entrañable.
A lo largo de la mañana algunos bandos de grulla común (Grus grus) van tomando tierra.
Empiezan a coger posición en los barbechos del entorno de Gallocanta.
Grandes grupos de grulla común (Grus grus) en los alrededores de Gallocanta.
Se juntan para coger fuerzas antes de salir de viaje en dirección norte.
Los campos de cultivo son fuente de alimento para la grulla común (Grus grus) en Gallocanta.
Aquí encuentran cereales, tubérculos e invertebrados de los que se alimentan.
Pero... ¿Sabemos cómo es una grulla común? Es enorme, con unas patas y un cuello muy largos, siendo este último bastante estrecho. Su coloración es gris clara con cabeza y parte superior del cuello blancos y negros con una mancha roja en el píleo (parte superior de la cabeza). Como de costumbre he preparado una imagen digital para que podamos observar con claridad sus características morfológicas:

Imagen de una grulla común (Grus grus)
Su sonido es muy característico, sonoro y de larga distancia. en los entornos de la Laguna de Gallocanta y en el propio pueblo es constante, probablemente el nombre de "Gallocanta" venga del continuo sonido que se escucha durante la migración. Aquí tenéis una pequeña grabación que hice durante mi estancia en él se oyen grandes cantidades de grullas y es como la banda sonora de este lugar:


Escondido primero entre las ruinas de un antiguo caserío y después bajo una encina, puedo contemplar de cerca a estas maravillosas viajeras europeas que descansan, año tras año, en nuestro territorio. Aquí el inverno es mucho menos duro que en países escandinavos o bálticos de ahí que seleccionen lugares como la Laguna de Gallocanta para descansar estos meses.

Grupo de grullas comunes (Grus grus) en los alrededores de Gallocanta.
Aquí esperan a las horas más calurosas para tomar las corrientes de aire ascendiente.
Grupo de grulla común (Grus grus) en las afueras de Gallocanta.
Aquí podemos ver la gran envergadura (1,8-2,2 metros) de esta zancuda.
Grulla común (Grus grus) en campos sembrados de Gallocanta.
En la imagen podemos ver más de 50 individuos, lo que demuestra lo gregarias que son las grullas.
Varias grullas comunes (Grus grus) en los alrededores de Gallocanta.
Estos ejemplares se alimentan de lo que van encontrando en los cultivos.
Varias grullas comunes (Grus grus) van avanzando para juntarse con el grupo.
Su caminar pausado y elegante es característico.
Seis grullas comunes (Grus grus) llegan junto con las demás.
Se empiezan a juntar en bandos, la hora de tomar altura se acerca.
Una vez que todas las grullas que estaban cogiendo fuerzas en los barbechos se juntaron en grandes y numerosos grupos, sin previo aviso y como por arte de magia, decidieron todas ponerse a volar para coger altura. Jamás me habían pasado sobrevolando tantas aves juntas y mucho menos de aquel tamaño, es sin lugar a duda una experiencia 100% recomendable, no solo para los amantes de las aves. Parece que las condiciones idóneas para migrar habían llegado e instintivamente todas y cada una de las grullas entendieron que era el momento.

Un inmenso bando de grulla común (Grus grus) decora el cielo de Gallocanta.
Más de 200 grullas se levantaron y cogieron altura para poner rumbo al norte.
Sin embargo, a pesar de la gran cantidad de aves, que en bandos más pequeños y en forma de "V" iban dejando Gallocanta, todavía quedaban otras muchas que prefirieron posponer su viaje y quedarse en la seguridad que ofrece la laguna.

Varias grullas comunes (Grus grus) en la Laguna de Gallocanta.
Mientras unas se van otras prefieren quedarse y migrar más tarde.
Durante todo el día siguieron llegando más y más grullas desde el sur para descansar en la laguna, quizás se queden aquí unos días más, quizás mañana emprendan de nuevo su vuelo hacia sus áreas de cría, esperarán una vez más al momento oportuno ¡¡Qué instintivas son estas grullas!!

Un pequeño grupo de seis grullas comunes (Grus grus) aterrizando sobre la Laguna de Gallocanta.
En esta posición tan peculiar, las grullas descienden desde sus alturas migratorias hasta la alguna.
Más y más grullas comunes (Grus grus) llegan a Gallocanta.
Las que llegan se van uniendo a sus compañeras de viaje.
Poco a poco muchas de esas grullas retomaron su viaje migratorio, que incluso pudimos contemplar desde nuestra habitación en el albergue de Allucant, un lugar entrañable en el que alojarse si lo que quieres es ir a ver a las grullas. Sus servicios y atención son muy buenos, además cuentan con una cafetería en la que poder tomarse un café antes de seguir contemplando grullas.

Grandes bandos de grullas comunes (Grus grus) van abandonando la Laguna.
Esta imagen se repite a lo largo del día durante los meses de paso.
Aproximadamente 100 grullas comunes (Grus grus) dejan atrás Gallocanta.
Estos ejemplares llegarán en unos días a sus lugares de cría.
Más de 30 grullas comunes (Grus grus) nos sobrevuelan antes de volver a casa.
Desde nuestra habitación en el albergue Allucant pudimos seguir viendo a las grullas.
En definitiva, un lugar peculiar con unos visitantes ruidosos que hasta el año que viene no nos volverán a visitar. Pero ahora nos encontramos en temporada de paso y las grullas siguen llegando, no solo a Gallocanta, también a muchos otros lugares del territorio español y no se irán hasta febrero-marzo. Por tanto aprovecha algún momento de estos meses para ir a visitarlas, no tiene precio, como os digo es una experiencia que digna de ser vivida. ¡¡Bienvenidas viajeras!!



* Reserva natural dirigida: tiene por finalidad la protección de los ecosistemas, comunidades o elementos biológicos que por su rareza, fragilidad, importancia o singularidad merecen una valoración especial, pero que además cuenta con una gestión dirigida a la preservación y restauración, así como a la ordenación de usos compatibles. ( Ley 6/1998, de 19 de mayo, de Espacios Naturales Protegidos de Aragón)


martes, 20 de octubre de 2015

Otoño en el valle del Lozoya

Ya llevamos un mes desde que el pasado 21 de septiembre comenzara el otoño. Muchos árboles, para variar, están empezando a dorarse para terminar por "quedarse calvorotas". Pero el otoño va más allá, colores, sonidos, cantos, etc. adornan nuestras salidas al campo durante esta época.

Es por estas fechas cuando hace ya un par de años, salí a observar las aves que adornan los pequeños bosques de ribera que quedan en la margen del río Lozoya o el arroyo Aguilón. Cerca de Rascafría, cruzando el puente del Perdón, justo enfrente del Monasterio del Paular se encuentra el escenario de tan amplia variedad de colores y sonidos que el otoño guarda para nuestro disfrute.

Monasterio del Paular con la Sierra de Guadarrama de fondo.
Según estaba cruzando el puente del Perdón de madrugada, el relajante sonido del agua corriendo me obliga a parar para escucharlo detenidamente. Sorpresa cuando tras un par de minutos el mirlo acuático europeo (Cinclus cinclus) no tarda en perder la vergüenza y sale de entre unos árboles para retomar su búsqueda de invertebrados acuáticos sumergiéndose, sin pensárselo dos veces, en ese agua tan fría.

Mirlo acuático europeo (Cinclus cinclus) en el río Lozoya.
Su característica buceo le permite capturar invertebrados acuáticos.
Aunque de mirlo tenga poco, si lo tiene de acuático, pues la mencionada técnica que utiliza este pequeño habitante de las riberas, le obliga a bucear para alimentarse. Una demostración de sus cacerías la podemos ver en el vídeo nº 8 de la sección Mis vídeos.

Junto a la orilla del río, el sonido del agua corriendo queda interrumpida por el alboroto que están montando un grupo de gorriones comunes (Passer domesticus) mientras se dan un baño mañanero.

Grupo de gorrión común (Passer domesticus) dándose un baño en el Lozoya.
En invierno es común ver a este pajarillo formando pequeños bandos.
Continúo mi paseo paralelo al bosque de ribera que el viento hace bailar, lo que provoca que cientos de hojas amarillas caigan detenidamente hasta formar una extensa alfombra de tonos anaranjados. Entre tanto color aparece entre las sombras de los árboles una pequeña e inquieta mancha roja. ¿Quién será este misterioso vecino del Lozoya? Me quedo quieto un rato hasta que la cálida luz del amanecer lo ilumina, dejándome ver su pequeño pico y su característica pechera naranja. Se trata de un petirrojo europeo (Erithacus rubecula).

Petirrojo europeo (Erithacus rubecula) en la ribera del Lozoya.
Nuestro inquieto acompañante es un ave común y forestal
Aunque pequeño su conocido reclamo lo delata entre la densidad de los árboles y arbustos que dan densidad al escaso bosque de ribera. Sin embargo, este sonido queda en ocasiones tapado por otro que dice así: chi-chi-pán, chi-chi-pán. Es el famoso carbonero común (Parus major) conocido en muchas regiones de España con el nombre de "chichipán", haciendo referencia a esas repeticiones que suenan como eco en el bosque por el que voy avanzando.

Carbonero común (Parus major) en el bosque de ribera del Lozoya.
A este pajarillo le encantan las formaciones boscosas como esta.
De vez en cuando se va abriendo este bosque tanto le gusta al carbonero y aparecen algunos claros. Entre ellos hay uno que lo compone una pequeña charca preciosa adornada con vegetación palustre. La cercanía al bosque provoca que junto al macho de ánade azulón (Anas platyrhynchos) haya flotando las pequeñas hojas que tira el otoño. Cerca del lugar y próximo al río, algunos árboles han perdido ya por completo sus hojas, facilitándome encontrar al pequeño chochín común (Troglodytes troglodytes).

Macho de ánade azulón (Anas platyrhynchos) en una charca cerca del Lozoya.
Chochín común (Troglodytes troglodytes) en las cercanías del Lozoya.
De apenas 10 cm le encanta la vegetación riparia.
Junto al río el reclamo insistente del chochín común, acompañado del sonido del viento sobre los árboles y las hojas cayendo, me da un momento de tranquilidad y decido parar para tomar un pequeño tentempié en un claro con unas mesas entorno a un viejo roble colocadas a modo de merendero.

Mientras disfruto del fresco de la sierra de Madrid y de mi sándwich, me percato de que no muy lejos de donde estoy también hay un pajarillo con hambre. Su color azul y su delgado antifaz delatan la identidad de mi compañero de merienda, el trepador azul (Sitta europaea) que se me queda mirando mientras sujeta lo que parece ser una avellana.

Trepador azul (Sitta europea) sujetando una avellana en los alrededores del Lozoya.
Esta ave muestra predilección por los hayucos y las avellanas.
Un rato después el trepador azul se mete en la profundidad del bosque, momento en el que decido seguirlo y así retomar mi paseo. Es entonces cuando veo dónde este ejemplar tiene su pequeña "despensa". Entre la corteza de un árbol va dejando los frutos que recolecta para su posterior consumo.

Trepador azul (Sitta europea) en el bosque de ribera del río Lozoya.
Su nombre hace referencia a su capacidad para moverse por los troncos de los árboles.
Ya ha pasado bastantes minutos desde que dejé atrás a mi acompañante azul y desde entonces verderones comunes (Chloris chloris), serines verdecillos (Serinus serinus), herrerillos comunes (Cyanistes caeruleus) y algún estornino negro (Sturnus unicolor) han mostrado sus dotes de canto haciendo más agradable mi paseo por los amarillos caminos que recorro. 

Es tiempo ya de dar media vuelta y poner rumbo a casa, sin embargo un tamborilero llama mi atención justo detrás de donde me encuentro. Se trata de un pico picapinos (Dendrocopos major) picotenado la madera muerta de algunos chopos.

Pico picapinos (Dendrocopos major) dando golpes en el bosque del Lozoya.
Secuencia en la que se ve al protagonista tamborilear.
Pico picapinos (Dendrocopos major) en uno de los chopos del Lozoya.
Sus contrastes blanco, negro y rojo son muy llamativos.
Después de observar un rato largo cómo va tanteando las zonas secas del tronco en busca de las larvas de algunos coleópteros, decido coger el camino de vuelta. Aunque corto, no deja de sorprenderme y avanzo mientras me encuentro a un pinzón vulgar (Fringilla coelebs) que se alimenta de los pequeños frutos que ha traído el otoño y que le darán la posibilidad de coger fuerzas antes de que llegue el duro invierno.

Pinzón vulgar (Fringilla coelebs) en la cercanías del río Lozoya.
Coger peso antes del invierno es importante, pues en esta altitud el alimento escaseará.
Estoy llegando al coche y ya me he despedido de todos estos pequeños habitantes que me han hecho tan ameno el paseo cuando aparece para decirme adiós el mito común (Aegithalos caudatus), apoyado en las ramas sin hojas de un árbol. 

Después de toda la mañana paseando por los alrededores, finalmente estoy seguro de que volveré otro otoño. Sus olores, colores, sonidos y composiciones al norte de la capital dan un aliento fresco a nuestra ajetreada vida de urbanitas. Os recomiendo que salgáis en otoño equipados con vuestras cámaras de fotos, obtendréis maravillosas fotografías y os deleitaréis con una amplia variedad de aves que os acompañarán en vuestra visita al Valle del Lozoya.

Mito común (Aegithalos caudatus) se despide en el Valle del Lozoya.


martes, 6 de octubre de 2015

¿Quién es quién? IV

Llegamos al mes de octubre y como de costumbre he preparado otra entrega del más famoso de nuestros retos, el "¿Quién es quién?". Aquí ponemos a prueba los conocimientos que hemos visto durante las entradas pasadas. ¿Sabrías reconocer tres especies que solo han quedado parcialmente escondidas?

Este mes de octubre coincide con uno de los pasos de aves más importante, muchas dejan nuestro territorio y otras tantas llegan para pasar el invierno. Este es el caso de las tres aves que han decidido ocultarse en octubre tras nuestras famosas "cortinas", se trata de aves recién llegadas. Por lo tanto esta vez las tres incógnitas que se cruzan en nuestro camino tienen esta característica común, ¿qué especies se esconderán tras la "cortina"? 

Continuamos con los tres niveles de dificultad, siendo la incógnita nº 1 la más sencilla y la nº 3 la más complicada. Como en ediciones anteriores la foto irá acompañada de una pequeña pista, estate atento:

Incógnita nº 1. Pista: forma grandes bandos en invierno.
Solución: Haz click aquí.
Incógnita nº 2. Pista: viene con las olas de frío.
Solución: Haz click aquí.
Incógnita nº 3. Pista: las aves que invernan son la mayoría escandinavas.
Solución: Haz click aquí.
¿Fácil? ¿Difícil?

Sea como sea estoy seguro de que con lo que hemos aprendido y tus conocimientos propios vas a conseguir averiguar todas y cada una de las especies que se esconden de nuestras miradas.

Esta actividad en muy útil para practicar nuestras salidas de campo, porque muchas veces las aves quedan parcialmente tapadas por la vegetación y otros elementos o simplemente pasan tan rápido que solo da tiempo a fijarse en una característica determinada desde la cual tendremos que identificar a la especie.

Suerte y ánimo. Este próximo martes 13 de octubre publicaré EN ESTA MISMA ENTRADA las soluciones, para los interesados. Tienes toda una semana para averiguarlo, pero seguro que no necesitas tanto tiempo. No seas tímido y cuelga tus soluciones en un comentario indicando por qué crees que se trata de esa especie, quizás no es tan fácil para otros y les guíe tu aportación.