viernes, 16 de diciembre de 2016

El busardo moro de Ávila

El busardo moro (Buteo rufinus) se trata de una especie poco habitual de la provincia de Ávila, de hecho está considerada una rareza, pues probablemente este ejemplar provenga del continente asiático o del sureste de Europa. Sin embargo, ya son varias las personas que lo han visto merodear por los alrededores de un pequeño pueblo abulense llamado Blascomillán. 

Busardo moro (Buteo rufinus) en Blascomillán, Ávila. Fecha: 07/12/2016.


martes, 13 de diciembre de 2016

Visitar Doñana

Doñana es el Parque Nacional más conocido de los 15 que tenemos en España. Posiblemente se deba a la presencia del emblemático lince ibérico o a sus extensos terrenos en los que vive el águila imperial ibérica. Sin embargo, la elevada diversidad de flora y fauna de este enclave y su riqueza son en realidad el motivo de tan conocida reputación.


La visita a Doñana es obligada para cualquier amante de la naturaleza. Recorrer estos parajes observando la vida que en ellos se desarrolla es un evento que no hay que perderse. En mi caso se trata de la segunda vez que acudo a este santuario de la naturaleza y la vida salvaje y no creo que sea la última. Durante esta breve estancia, recorrí algunos de los lugares más conocidos de Doñana, que se expondrán con fotos y texto a lo largo de esta entrada. De esta forma, aquellos que quieran hacer una visita a este Parque Nacional, sabrán por donde empezar.

En Doñana no todo es visitable, hay muchas zonas a las que uno solo puede entrar si va acompañado de un guía. En este caso los recorridos se hacen desde un bus-todoterreno del que no pueden bajarse. Sin embargo, entran en el corazón de Doñana donde más salvaje es la naturaleza. Este paseo fotográfico por el Parque Nacional incluye las visitas al Rocío, la Playa de Doñana, el Palacio del Acebrón, el Brazo del Este y la Dehesa de Abajo, todos lugares indispensables y fácilmente visitables con una gran variedad avifaunística.

La Dehesa de Abajo

Uno de los mejores rincones para empezar a conocer parte de Doñana. Allí el visitante puede ver, dependiendo de la época, a las cigüeñas blancas. En este caso, al tratarse de los días previos a la migración otoñal, se vieron cientos y cientos descansando en las orillas o en el agua, esperando debidamente al momento oportuno para poner rumbo al sur. Las encinas y árboles de los alrededores de la Dehesa de Abajo, en la época de cría, albergan una muy saludable y numerosa colonia de estas zancudas.

Cigüeña blanca (Cicconia ciconia)
Cigüeña blanca (Ciconia ciconia)
Desde lejos, pero con precisión, se pueden ver los enormes bandos de flamencos que recorren poco a poco el humedal con la cabeza sumergida para alimentarse de los diminutos crustáceos que son los responsables de sus colores rosados. Estas fechas otoñales son de las más recomendables, junto con el principio del verano para observar a estas aves de largos cuellos.

Vista general del lugar, con la lámina de agua y los encinares de alrededor.
Aquellos día de otoño parecía que hubiera "overbooking".
Flamenco  común (Phoenicopterus roseus) totalmente rosa.
Los carotenoides presentes en los diminutos crustáceos de su dieta, le dan este famoso color.
Además de todos estos flamencos, que ya parecían cubrir por completo la superficie de agua, otras aves, también habituales del lugar, se pueden observar disfrutando de un día espléndido de sol. Hay que estar atento si se quiere ver los pequeños y escasos bandos de moritos, las espátulas, o las garcillas cangrejeras jugando al escondite entre el carrizo. Desde luego lo que no hay que perderse son los preciosos vuelos de la garza real.

Morito común (Plegadis falcinellus)
Espátula común (Platalea leucorodia)
Garza real (Ardea cinerea)

Las grandes aves parece que reinan la Dehesa de Abajo, pero si hacemos un poco de zoom  hacia las orillas, podremos ver que los correlimos comunes, las avocetas, las canasteras, los combatientes o las garcillas bueyeras.

Avoceta común (Recurvirostra avosetta) y correlimos común (Calidris alpina)
Combatientes (Philomachus pugnax)
Garcilla bueyera (Bulbucus ibis)


El Rocío 

Los niveles de agua pueden variar en función de la época del año en la que se acuda a visitar este lugar cargado de cultura, historia y biodiversidad. Tras el verano, la principal charca, se seca, y en ella solo tienen lugar los choques entre machos de ciervo. Durante la primavera o tras la época de lluvias se vuelve a llenar de vida, como se puede ver en la Visita expres a Doñana.

Sin embargo, los alrededores del Rocío, pueden ser una alternativa. Los encinares y tarayares pueden esconder muchas sorpresas, sobre todo en época de migración, cunado algún viajero perdido puede dejarse caer por ahí.

Carbonero común (Parus major)
Juvenil de alcaudón común (Lanius senator)

Tarabilla europea (Saxicola torquata)

Escribano triguero (Emberiza calandra)
El Brazo del Este

Lugar algo alejado, pero sin duda rico en especies. Es uno de los lugares de Doñana que quizás no se incluyen en todas las guías pero que desde luego merece la pena visitar. Hay que recordar que cada lugar de Doñana, es completamente distinto en enero, en marzo o en junio. El final de verano no es mala época. Las aves están terminando de críar o incluso han acabado sus tareas de cuidado de la prole y por lo tanto no se causan las mismas molestias.

Los moritos (Plegadis flacinellus) no faltan en este lugar.
La presencia constante de agua de riego, atare un sin fin de alimento para muchas ardeidas, como son el caso de la garcilla cangrejera o los martinetes, muy comunes en los canales de riego, siempre atentos a cualquier movimiento.

Juvenil de martinete (Nycticorax nycticorax)

Martinete común (Nycticorax nycticorax)

Garcilla cangrejera (Ardeola ralloides)
Para recorrer el Brazo del Este, es indispensable el coche, pues este lugar es inmenso y no deja de estar lleno de rincones, caminos y canales de riego que te conducen hasta zonas inundadas como esta, donde los fumareles cariblancos han debido de crías durante el pasado mes a estos dos polluelos emplumados.

Balsa a modo de nido con dos pollos de fumarel cariblanco (Chlidonias hybrida)
Juvenil de fumarel cariblanco (Chlidonias hybrida)
Adulto de fumarel cariblanco (Chlidonias hybrida)
La diversidad de este lugar es abrumadora, puede que en los primeros 500 metros ya hayan pasado ante nuestros ojos aves tan fantásticas como estas. Sin embargo, tristemente y a causa de sueltas e introducciones, las especies exóticas también han encontrado un hueco en este lugar.

Macho de tejedor de cabeza negra (Ploceus melanocephalus) tejiendo su nido
Los bandos de estrila (Estrilda astrid) son habituales.
Coincidiendo con los meses previos a la migración, las posibilidades se disparan, pues las probabilidades de ver aves en paso son mucho mayores. En las zonas de pastos que se encuentran encharcados es donde mayor concentración de limícolas se puede ver en esas fechas. Quizas se juntan en estos lugares para coger fuerzas antes de su largo viaje. Agachadizas, cigüeñuelas, chorlitejos, avefrías, archibebes, agujas o canasteras se juntan en pastizales inundados para mayor entretenimiento del visitante, que se esforzará hasta lograr identificar la última especie.

Combatiente (Philomachus pugnax) y dos cigüeñuelas (Himantopus himantopus)
Agachadizas (Gallinago gallinago), un archibebe claro (Tringa nebularia) y una cigüeñuela (Himantopus himantopus)
Avefría europea (Vanelus vanellus)
Bando de avefrías (Vanellus vanellus) llegando al lugar
Aguja colinegra (Limosa limosa) diferencia de tamaño.
Pareja de agachadizas (Gallinago gallinago)
Chorlitejo chico (Charadrius dubius)
Entre tanto, no hay que perder de vista el cielo y los alrededores. Muchas rapaces sobrevuelan estos lugares en busca de alguna especie distraída a la que poder atrapar. Es el caso de este halcón peregrino, que tras volar por encima de las zonas inundadas, desistió y se posó junto a nosotros, en este árbol que nos daba sombra.

Halcón peregrino (Falco peregrinus)
Otra de las aves que parece todavía mantener por estas fechas las labores de cuidado de sus crías es el calamón, que a pesar de su tamaño y su aspecto tosco y torpe, se le ve cuidar con mucho cariño de sus tres rechonchos y diminutos pollos. Es importante que siempre que encontremos de casualidad aves en sus labores de reproducción, mantengamos una distancia más que prudente y nunca acercarnos demasiado, para evitar cualquier molestia.

Calamón (Porphyrio porphyrio) con sus dos pollos de color negro.
Totalmente ajenos a nuestra presencia.
El que sí parece notar nuestra llegada es el avetorillo común, que en seguida emprende un vuelo fugaz hacia el otro lado del camino, cruzando la superficie encharcada y escondiéndose entre la vegetación palustre. Un ave totalmente misteriosa que nos descubre varias garcillas cangrejeras, que asoman su cabeza para ver que ocurre.

Avetorillo común (Ixobrychus minutus)
El Brazo del Este es un lugar de enorme extensión con muchos escondites en los que mirar. Si durante el trayecto se mantiene los ojos bien abiertos, siempre quedará la posibilidad de dar con más y más especies. La mayoría se puede encontrar al girar en una curva, al llegar a una nueva zona encharcada, en la orilla de un canal de riego o incluso caminando por mitad de un camino. Es por eso por lo que la atención en este luagr es tan importante. De esta forma se pude encontrar a los dos andarríos, al grande y al chico, disfrutando de este paraíso.

Andarríos grande (Tringa ochropus)
Andarríos chico (Actitis hypoleucos)
El Brazo del Este es sin lugar a duda, una de las principales paradas que se debe hacer si se quiere visitar Doñana.

Brazo del Este

La playa de Doñana

No es uno de los lugares con mayor concentración de aves de Doñana, ya que se trata de un lugar al que mucha gente acude con frecuencia. A pesar de ello, los atardeceres son muy bonitos y siempre existe la posibilidad de entretenerse contemplando cómo los charranes patinegros se lanzan una y otra vez en picado para pescar.

No hay que perder de vista las orillas, lugar preferido de especies limícolas, playeras como el correlimos tridáctilo, que se pasea correteando por la orilla.

Correlimos tridáctilo (Calidris alba)
Gaviota patiamarilla (Larus michahelis)
Aunque la diversidad en este rincón no sea la mejor, si conviene dedicarle las últimas horas de luz, para contemplar el maravilloso y relajante momento en el que el sol desaparece en el horizonte mientras bandos y bandos de gaviotas pasan con aparente decisión.

Palacio del Acebrón

Es el último de los lugares que quedaban por visitar y un rincón completamente diferente a los anteriores, pues ya no se trata de los campos de cultivo y canales de riego del Brazo del Este, ni de los encinares de la Dehesa de Abajo, ni tiene nada que ver con la playa de Doñana.

Se trata de un Palacio de los años 60 que sirvió de residencia y pabellón de caza pero que ahora se ha convertido en el centro de visitantes. Los alrededores del palacio y su charca artificial albergan un pequeño trozo de Doñana. Algún alcotán despistado, los papamoscas grises, abubillas o las garzas reales que llegan a dormir son algunas de las principales especies que se pueden observar.

Garza real (Ardea cinerea)
Papamoscas gris (Muscicapa striata)
Alcotán europeo (Falco subbuteo)
Aunque si se aguarda un poco hasta el anochecer, se pueden ver, en los caminos que llevan hasta el Palacio, una de las aves nocturnas más misteriosas, el chotacabras cuellirrojo, típica especie estival que vive en entornos como este.

Chotacabras cuellirrojo (Caprimulgus ruficollis)
Y con esta especie me despido hasta la próxima vez que vuelva por Doñana. Espero que si no has ido, te animes a visitar este santuario de vida y que si ya has estado hayas encontrado en esta entrad un pedazo de tus recuerdos en tu visita a Doñana.

¡¡Hasta pronto!!

martes, 29 de noviembre de 2016

El Bebedero del Pardo

A apenas 30 minutos de la capital, se extiende el bosque mediterráneo más importante de toda la Comunidad de Madrid y uno de los que presenta mejor estado de conservación en cuanto a su flora y su fauna. Se trata también de uno de los mejores lugares a los que ir a ver la berrea de los ciervos y la ronca de los gamos dada la abundancia de ambos mamíferos. También es hogar de otros muchos animales como jabalís, conejos, zorros o la imponente y elegante águila imperial ibérica.

Sin embargo, nuestros protagonistas de hoy son de talla más pequeña y colores más vistosos. Se trata de las aves forestales que viven entre encinas y matorrales de este bosque adehesado. La variedad y riqueza de este lugar atrae a muchas especies de aves, como la curruca carrasqueña, el rabilargo ibérico, los mirlos, lavanderas o los petirrojos. Todas estas aves de diferentes preferencias coinciden en un mismo punto de este espacio natural tan extenso. Se trata de un pequeño aporte de agua que encharca el terreno, haciendo más accesible el agua a los habitantes del bosque y que se ha convertido en el bebedero del Pardo.


Cuando uno se va acercando, ya puede ir escuchando el jolgorio y los cantos de tan alegres aves, que tras revolotear, acaban disfrutando de este tranquilo rincón. 

Los más abundantes son los herrerillos, que llegan de todas partes a beber agua y bañarse. Sus hermosos colores amarillos y azul resaltan y se reflejan en el agua, haciendo de este momento un recuerdo único y precioso que por supuesto queda fotografiado.

Herrerillo común (Cyanistes caeruleus) acercándose a beber.
Los reflejos en el agua son tan bonitos como el plumaje de esta especie.
Herrerillos comunes (Cyanistes caeruleus) acercándose a beber.
A pesar de que son especies solitarias, se pueden ver varios ejemplares juntos en este bebedero.

Los siguientes en llegar son los bandos de jilgueros, que son más tolerantes y crean bandos de varios ejemplares. Esto les sirve mucho como supervivencia comunal, es decir, si uno de ellos encuentra una fuente de agua y por defecto todos acaban saciandor su sed en ella. De esta forma, en este el bebedero del Pardo, llegan muchos jilgueros a bañarse y beber. Muchos son adultos y ya presentan los colores llamativos típicos de esta especie, mientras los pollos del año carecen de las plumas rojas que aprecen en la cara de los adultos.

Juvenil (izda.) y adulto (drcha.) de jilguero común (Carduelis carduelis) bebiendo en el Pardo.
Carboneros comunes y papamoscas cerrojillos son las otras dos especies que siguen llegando desde todos los rincones del Pardo. Aquí se juntan hasta seis o siete especies diferentes con un mismo fin, beber y bañarse.

Carbonero común (Parus major) se acerca sigilosamente a beber.
Son desconfiados y tratan de pasar el menor tiempo posible  en el bebedero.
Papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) cerca del bebedero.
Esta especie es más habitual durante el otoño y el final del verano.

Entre tanto, se acerca pasando desapercibido, un reyezuelo listado.  Su pequeño tamaño hace que el resto de especies no se percaten de su presencia hasta que está cerca. En ese momento el tamaño marca la diferencia y el pobre y chiquitín reyezuelo se aparta un poco a una esquina del bebedero y se pega un buen baño. Menudas pintas tiene después del lavado, parece que haya salido de la centrifugadora.

Reyezuelo listado (Regulus ignicapilla) se acerca tímidamente intentando pasar desapercibido.
Su tamaño, de apenas 9 cm le convierte en uno de los pájaros más pequeños de nuestra fauna.
Reyezuelo listado (Regulus ignicapilla) tras el baño parece una bola de algodón mojada.
Las aves necesitan agua para beber y bañarse. Este recurso de vida es particularmente importante durante dos épocas del año; en invierno, cuando muchos de los aportes cotidianos se han congelado y las aves no pueden acceder a ellos; y en verano, cuando las cálidas temperaturas y la sequía hacen difícil la tarea de buscar agua. Pero para entenderlo mejor, puedes ver este pequeño vídeo que muestra la diversidad del Monte del Pardo, su riqueza y la importancia del agua para las aves.

Música: Daniel Daguerre Narración: Jesús Palop

Como habrás comprobado en el documental, los trepadores azules, especies acostumbradas a estar subiendo y bajando por los troncos, se acercan esta vez hasta el bebedero para lavarse las plumas y por lo tanto protegerse mejor frente al frío. Es sorprendente también ver a otra de las especies, que en ocasiones ha compartido tronco con los trepadores. Hablamos del agateador europeo que se acerca también hasta el bebedero sin antes bajar trepando desde el tronco más cercano.

Trepador azul (Sitta euroepeae) en el suelo cerca del bebedero. 
Agateador europeo (Certhia brachydactyla) parece que con ese pico tan fino le cueste beber agua.
Es gracioso ver de vez en cuando esta especie tan trepadora y ágil por los suelos.

A medida que avanza la mañana, el número de aves que se ha acercado a beber hasta aquí supera las expectativas. El número de especies es cada vez mayor y todavía nos quedan muchas para que nos visiten. Una de ellas, de hermoso colorido pasa ahora por una de sus mudas y no puede mostrarnos sus amarillos, negros y pardo rojizos que decoran normalmente su plumaje. Nos referimos al escribano soteño, que sin el típico antifaz puede parecer hasta un triguero.

Escribano soteño (Emberiza cirlus) otra de las especies que depende de este manantial.

Cuando casi parece que todo se está acabando y que ya lo único que va a venir a beber son herrerillos, aparece un grupo de pajarillos que suena familiar. De cola larga y muy redondos, el bando de mito se mueve ágil entre las ramas antes de ir a parar a nuestro concurrido bebedero. Pero antes, mucho antes incluso de que lleguen a posarse en el agua, un macho de pinzón se les ha adelantado y ya casi ha logrado saciar su sed.

Macho de pinzón vulgar (Fringilla coelebs) entre las especies que bajan a beber.
Los machos presentan estos colores, mientras las hembras son algo más apagadas.
Mito común (Aegithalos caudatus) en este caso anillado.
Su larga cola y su rechoncho y pequeño cuerpo le dan un aspecto muy adorable.

Finalmente y ya casi cuando me estoy yendo, aparecen tres nuevas especies que no habían llegado antes. Las tres presentan colores amarillos, vaya coincidencia. Se trata del serín verdecillo y los mosquiteros común y musical, a este último parece que el bebedero le ha venido muy bien, así podrá reponer fuerzas antes de continuar con su migración.

Serín verdecillo (Serinus serinus) con sus llamativos amarillos cerca de la orilla.
Mosquitero común (Phylloscopus collybita) dejando reflejar su ceja amarilla sobre el agua.
Mosquitero muscial (Phylloscupus trochilus) reponiendo fuerzas antes de continuar su largo viaje.

Como bien muestra el documental, la dependencia de las aves sobre este y otros muchos manantiales, fuentes y abrevaderos puede poner en riesgo su supervivencia durante el próximo invierno. El acceso a agua para estas aves de apenas unos gramos puede marcar la diferencia. Por eso, además de colocar comederos en tu jardín para ayudar a las aves durante el invierno, incluye también algún aporte de agua, seguro que ellas te lo agradecerán.