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miércoles, 10 de enero de 2024

Dehesas de Brunete

¡Hola de nuevo!

Primera ruta del 2024 y nos estrenábamos en el bosque mediterráneo. Un paseo por las Dehesas de encinas de Brunete. A pesar del frío y del día gris que salió, pudimos disfrutar e un agradable paseo por el campo con  tranquilidad y calma, ya que prácticamente estuvimos solos. Además pudimos disfrutar de casi una treintena de especies e incluso hicimos alguna identificación de huellas de mamíferos. En definitiva, ha sido una mañana estupenda en un rincón maravilloso.

La excursión se desarrolló en este precioso escenario

Con el frío habitual de enero comenzábamos la ruta por la ZEPA y ZEC Encinares del Alberche y el Cofio, un paraje singular donde el bosque mediterráneo se presenta en su esplendor. Las centenarias encinas que cubren el territorio, forman parte de uno de los hábitats de interés comunitario de la Red Natura 2000. Nosotros visitamos la parte oriental del espacio, donde el terreno todavía no es tan escarpado como en la zona suroccidental de la Sierra Oeste.  

Paisaje de la dehesa con un enorme ejemplar de enebro de la miera (Juniperus oxycedrus)

A pesar de los 4°C y el día gris que hacía, nada más llegar nos esperaban los primeros petirrojos y bisbitas pratenses del año. Las retamas que bordean el arenoso camino estaban completamente repletas de mosquiteros comunes. Algunos reclaman y otros revolotean, pero parece increíble que un ave de menos de 11 gramos y totalmente insectívora, siga encontrando alimento suficiente para sobrevivir a estas y más bajas temperaturas. En el cielo los bandos de palomas torcaces destacaban mientras entre todas ellas logramos encontrar una zurita posada aunque algo lejana.

Petirrojo europeo (Erithacus rubecula)

El silencio se apoderaba por momentos del camino e íbamos caminando atentos a cualquier movimiento. En esta época el bosque tiene reservadas sus mejores melodías y volverán a resonar en primavera. Mientras tanto nos contentamos con los bandos de pinzones vulgares, carboneros comunes y los mirlos que nos delatan al paso. En su movimiento podemos ver las extensiones de blanco en uno de ellos, es un pinzón real. Este invierno nos ha costado verlo, no es buen año para la especie y desgraciadamente no lo volvemos a localizar. Es curioso como las aves se agrupan y durante varios metros solo se escuchan nuestros pasos, pero en cuanto das con algún pajarillo, siempre aparecen más. Así en cuanto veíamos verdecillos, encontrábamos mitos, herrerillos, más mosquiteros o incluso currucas cabecinegras. Lo pasamos en grande, sobre todo con los mitos, que en esta ocasión se movían en las retamas que acompañan al camino, quedando relativamente cerca y "fáciles" de fotografiar.

Mito común (Aegithalos caudatus)

En los ratos de silencio, nos alertábamos en vano con el movimiento de los conejos. Su abundancia aquí es suficiente para que habite el águila imperial ibérica, sin embargo, el día no es muy propicio para la observación de rapaces. También nos entreteníamos mirando el suelo, este lugar guarda una fabulosa comunidad de seres vivos que pasan totalmente desapercibidos pero que sin embargo dejan un rastro identificable en el terreno. Así encontramos un montón de huellas de jabalí, ciervo, conejo e incluso una de tejón, con el que tenemos un encuentro pendiente.

Huella de tejón (Meles meles)

Huella de tejón (Meles meles)

A medida que avanzábamos el paisaje mejoraba, un mar de encinas cubre el territorio sin apenas indicios de la presencia del ser humano. Entre tanto las bandas de rabilargos, que se mueven por el bosque como pandilleros, resuenan en la dehesa. A su paso pudimos ver también una abubilla, que para sorpresa de muchos, es una especie que está empezando a quedarse en algunos lugares donde abunda el alimento. Ya lo hacía antes, pero en regiones más meridionales como Andalucía. Ahora ya es común verlas en muchos lugares, auqnue el grueso de la población sigue haciendo su migración a África. Alondras totovías, cogujadas montesinas, trepadores, agateadores y dos rapaces, un milano y un ratonero salen en cuanto un rayo de sol logra escabullirse entre las densas nubes de enero.

Después de 7 kilómetros caminando logramos ver casi 30 especies distintas, algunas mejor que otras peor sin duda ha sido una agradable mañana de paseo ornitológico.

¡Hasta pronto!

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