Celo del águila imperial

¡Hola de nuevo!

En esta ocasión hemos estado por el Monte de El Pardo, territorio de gamos y jabalís. Nuestro objetivo fue el águila imperial ibérica. En enero comienza su celo y queríamos vivir de primera mano este momento del año en su biología. ¿Creeis que la encontramos? 

Extensión de El Monte del Pardo

Amanecía con temperaturas primaverales. Esto lo cuento como una mala noticia, porque la excursión tuvo lugar el 27 de enero. Once grados a primera hora y 18 cuando volvíamos. Desde luego esto no es normal. Por lo demás la excursión marchó según lo previsto. 

Flor de jara (Cistus ladanifer) en pleno enero siendo polinizada por una abeja.

Empezamos el camino junto al Monte de El Pardo. Los rabilargos comían en el borde del camino y levantaban a nuestro paso. Los colirrojos revoloteaban encima de la tapia, graciosos con su movimiento de cola. Desde el primer punto podíamos ver la Bola del Mundo la Maliciosa, La Najarra y la zona de Bustarviejo. La sierra lucía su habitual silueta escarpada. Solo le faltaba la capa blanca de nieve que suele cubrir sus laderas por estas fechas. Antes de continuar, casi por azar, plantamos el telescopio y... ¡Zas! Ahí estaba un precioso adulto de águila imperial. La vimos perfectamente y avanzamos por el camino para verla más cerca.

Observando aves con la Sierra de fondo casi sin nieve.

Macho de pinzón vulgar (Fringilla coelebs)

Desde el mirador pudimos hacer interpretación del paisaje. Desde lejos veíamos a las palomas torcaces acumuladas en los árboles mientras un ejercito de alondras totovías resonaban en la dehesa. El campo se veía verde y los pinzones, carboneros, herrerillos y reyezuelos aprovechaban cada momento de ese día soleado. Según se abría el bosque empezábamos a ver estorninos, lavanderas, bisbitas y una fila de gorriones chillones. Preciosos, se veía su doble ceja oscura perfectamente, estaban estupendos. Ya estábamos más cerca y volvíamos a ver la torreta en la que estaba posada el águila, pero ya se había marchado.

Alondra totovía (Lullula arborea)

Empezamos a llegar al Manzanares y después de toda la mañana viendo pasar bandos de gaviotas sombrías y reidoras, nos asomamos a la parte cerrada de El Pardo y localizamos un bando de más de 30 grullas alimentándose con tarros canelos mientras una buena manada de gamos corría por las laderas entre las encinas.

Gaviotas sombría (Larus fuscus)

Bando de grulla común (Grus grus) y tarros canelos (Tadorna ferruginea)

Grulla común (Grus grus) en las dehesas de El Pardo

Estuvo muy interesante ver las grullas. Fue emocionante verlas alimentarse en las dehesas. Aguas arriba una garza real descansaba mientras frisos y gaviotas sombrías se daban baños en el agua. Una garceta grande buscaba el desayuno entre los juncos. 

Avanzaba la mañana y no lográbamos encontrar de nuevo a la imperial. Fuimos volviendo, escuchando a las cornejas y a los cuervos reclamar por el bosque. Nos fijábamos en los estorninos en busca de alguno pinto. Estaba saliendo todo genial aunque las rapaces las echábamos de menos. De lejos buscamos nubes de buitres y solo logramos encontrar tres leonados perezosos sobre sus posaderos.

Cuando ya estábamos apunto de llegar al tramo final, volviendo ya hacia el coche, pudimos escuchar el reclamo de celo del águila imperial. Nos volvimos como locos buscándola en la lejanía, lejos del camino o de nuestra presencia cuando, para nuestra sorpresa, ¡estaba junto al camino! Estaba posada en una encina junto al camino. Nos hizo varios vuelos y la estuvimos viendo de lujo. Estuvo cambiando de posadero mientras reclamaba, no sabemos si incomodaba por una avioneta, para marcar territorio o para llamar a la pareja. Nunca lo sabremos. Pero si estuvo hasta que se puso definitivamente en una de las torretas. 

Águila imperial ibérica (Aquila adalberti) posada sobre una encina muy cerca del camino

Águila imperial ibérica (Aquila adalberti) posada sobre una encina muy cerca del camino

Águila imperial ibérica (Aquila adalberti) posada sobre una torreta

Nos despedimos de ella y de los milanos que rondaban la zona. Ya acalorados de ir abrigados para lo que hace unos años era enero. Disfrutamos mucho del hogar de la imperial que tuvo la amabilidad de ser una anfitriona ejemplar y salió a saludar.

Nos vemos en la siguiente.

¡Hasta pronto!

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