Campiñas del Torote

¡Hola de nuevo!

Estamos de vuelta tras un fin de semana de rutas por la Comunidad de Madrid. El domingo tocaba visita a las Campiñas del Torote al atardecer. Buen momento para ver cómo las aves se van agrupando y congregando en sus respectivos dormideros. Ahora en invierno estos comportamientos son un espectáculo, más tarde, en primavera empezarán a escasear porque las aves estarán a otros menesteres. Fue un paseo fantástico en el que vimos 40 especies, pero algunos grupos de aves fueron increíbles ¿Quieres ver el volumen de aves que vimos? Acompáñanos en esta crónica.

Milano real (Milvus milvus) camino al dormidero

Empezamos el camino entre cultivos, acompañando a un pequeño arroyo en el que crece una estrecha chopera que se adorna de juncos, zarzas, carrizo y otra vegetación que aporta recursos y ofrece un refugio a multitud de aves que se alimentan en los sembrados. Empezamos observando carboneros, herrerillos, gorriones comunes que estaban cerca del lugar donde aparcamos. Entre los cultivos ya se escuchaban las primera perdices y en seguida las pudimos ver correteando por los labrados.

Pareja de perdiz roja (Alectoris rufa) cruzando el camino

Pareja de perdiz roja (Alectoris rufa) 

Paisaje de las campiñas del Torote

En la chopera del arroyo seguían moviéndose muchas aves. Resonaban los estorninos que poco a poco se iban agrupando para dormir en el refugio que ofrecen algunos árboles. Entre las zarzas se escuchaba en chistar de la curruca cabecinegra, una de las tres especies de currucas que pasa el invierno en nuestro país. Los zorzales y los mirlos también estaban inquietos, pero sin duda lo que más nos llamó la atención fue el constante tráfico de milanos reales. Desde que salimos del coche sobre las 15.30 hasta que volvimos a entrar entorno a las 19.15 no dejamos de ver milanos reales pasando desde el este al oeste, en dirección al dormidero en el que se acumulan, cada noche, cerca de 400 ejemplares. Pasaba uno, y otro y más tarde otro más. Así se fueron sucediendo a lo largo de toda la tarde. 

Milano real (Milvus milvus) camino del dormidero.

Fue muy interesante ir controlando el tráfico aéreo de milanos y otras rapaces. Pero entre tanto nos perdíamos lo que ocurría en la chopera, por lo que debíamos estar pendientes de ambos escenarios. Así fue como, en un momento que dejamos de lado a los milanos, encontramos un mochuelo europeo en un árbol. En principio dos herrerillos le estaban atosigando y persiguiendo, pero finalmente fue un pico picapinos quien le echó de la rama en la que estaba posado. Fue una observación muy cercana, a penas estábamos a unos 3-4 metros pero como estaba tan agobiado por la presencia del picapinos, que no paraba de gritarle, duró poco posado y se marchó a una arboleda lejana. ¡Qué pena, pero qué bonito! El mochuelo siempre es un ave muy agradecida, que causa furor entre los participantes.

Mochuelo europeo (Athene noctua)

Macho de pico picapinos (Dendrocopos major)

Justo nada mas irse, un bando de unas 14 avutardas sobrevolaba los cultivos con la cálida luz de la tarde de fondo. Lástima no haberlas visto posadas para verlas bien.

Seguimos contemplando el trasiego de milanos reales y de vez en cuando había que revisar otras siluetas ya que buitres negros, ratoneros o aguiluchos laguneros también se movían por el territorio dispuesta a encontrar un buen lugar donde pasar la noche al caer el sol, que poco a poco iba tocando horizonte.

Busardo ratonero (Buteo buteo)

Macho de aguilucho lagunero (Circus aeruginosus)

Debíamos llevar la mitad del recorrido cuando un enorme bulto en la chopera destacaba notoriamente. En un principio algunos pensaron en un milano posado, normal, con la cantidad de ellos que estábamos viendo era lo más probable. En cambio, nada más poner el telescopio pudimos ver que se trataba de un inmaduro de águila imperial. ¡Qué emocionante! Estaba super cerca, tanto que le podíamos ver el buche bien lleno, se ve que que acababa de comer. Las garras, el detalle del pico, fue un lujo de observación y una suerte encontrárnoslo tan tranquilo.

Inmaduro de águila imperial ibérica (Aquila adalberti) con el buche lleno

Macho de tarabilla europea (Saxicola rubicola)

Cogujada común (Galerida cristata)

Jilguero europeo (Carduelis carduelis)

Seguimos avanzando y la cantidad de milanos se iba acercando a la centena. Algunos cuervos también empezaron a dejarse ver. Venían desde lejos, cada uno con su pareja, y se iban agrupando en el horizonte. 

Cerca de nosotros un bando de avefrías se agrupaba en los sembrados, mezcladas con estorninos. Pronto estas aves empezarán a volverse a sus territorios de cría hacia el norte, anunciando el final de invierno y la llegada de la primavera. Esperábamos encontrar algún otro bando de avutardas cercano, pero no hubo suerte. El cielo enrojecía y la luz iba cayendo paulatinamente. Nuestras oportunidades de ver más avutardas iban disminuyendo. Sin embargo, al poco rato los mochuelos empezaron su concierto. Aunque no es todavía su época de celo, reclamaban y reclamaban para definir sus territorios.

Avefría europea (Vanellus vanellus)

A todo esto no os penséis que el trasiego de milano reales había finalizado. Seguían llegando de 10 en 10 en dirección al dormidero. Algunos se agrupaban en los labrados y otros se colgaban de las retamas y los árboles sin hojas que adornaban las laderas. 

Paisaje a la vuelta atardeciendo

Milano real (Milvus milvus) de camino al dormidero.

¡Fue todo un espectáculo! Lástima que ya prácticamente no se veía y teníamos que despedirnos. Lo pasamos genial, como dijo Jose: "buenas observaciones, buen tiempo y buena compañía".

Nos vemos en la siguiente 

¡Hasta pronto!

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