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lunes, 4 de diciembre de 2023

Alto Guadarrama

¡Hola de nuevo pechiazules!

Esta semana hemos tenido salida. Estuvimos con un grupo majísimo de pajareras en el Alto Guadarrama. En el piedemonte de la sierra de Madrid, el Guadarrama se hace hueco entre granitos y encinares, acompañado de un maravilloso  bosque de ribera. Aunque el frío nos golpeó con fuerza, el día fue maravillosos, salió el sol y pudimos ver más de 45 especies, con algunas observaciones maravillosas de grullas, halcón peregrino o hermosas formaciones de anátidas. Si queréis acompañarnos os dejo la crónica más abajo.

Grupo de comorán grande (Phalacrocorax carbo) sobre las rocas, garceta común (Egretta garzetta) a la izquierda y azulones (Anas platyrhynchos) nadando en el agua.

Amanecía con temperaturas bajo cero y a pesar de los guantes, los calcetines especiales y nuestras ganas de ver aves, todavía nos faltaría una buena sesión de rayos solares para entrar en calor. Los estorninos, los colirrojos tizones, las palomas torcaces y las tórtolas turcas se agrupan en los tejados, desde donde parte la ruta, para calentarse con los primeros y discretos rayos de sol. Nos daba tiempo a buscar algún estornino pinto entre tanto cantarín, pero en este caso solo vimos estorninos negros con pintas típicas de invierno (¿Cómo diferenciarlos?). Continuamos nuestra ruta entre encinares, escuchando y viendo aves como reyezuelo listado, herrerillo común, herrerillo capuchino, carbonero común, mosquitero común, petirrojo europeo, agateador, trepador azul, pinzón vulgar, y un larguísimo etcétera. No dábamos a basto. 

Pronto se fue abriendo el bosque y fue fácil detectar bandos de urracas. Estábamos expectantes en busca de los rabilargos y su silueta nos confundía en ocasiones. Las ganas de toparnos con esta belleza ibérica. Poco a poco fuimos avanzando por el bosque y la orla forestal fue cambiando poco a poco. Las encinas se fueron haciendo más pequeñas y aparecieron grandes ejemplares de fresnos. Estábamos acercándonos a la ribera del río Guadarrama. Se escuchaba la fuerza de sus aguas. Al acercarnos vimos las primeras lavanderas blancas, algunos jilgueros europeos e incluso un buen grupo de mosquiteros comunes alimentándose de los abundantes invertebrados que atrae el río.

Tras una sesión de fotos en este rincón maravilloso continuamos nuestra ruta. Un sube y baja por rocas graníticas típicas de esta parte de la sierra, nos llevaba junto al río. Sonaba el martín pescador, pero no dejaba mostrar sus hermosos colores. Los pinzones y los jilgueros se agrupaban en la orilla alimentándose de las semillas traídas por el río de aguas arriba. Junto a ellos podíamos ver tímidamente a la lavandera cascadeña, hostigada por un buen grupo de lavanderas blancas, la pobre buscaba su hueco en las orillas. 

En seguida, Carlota detectó en un viejo tronco de un chopo una preciosa hembra de pico picapinos. Estaba alimentándose en un agujero que ella misma agrandaba. Se tiró allí un buen rato mientras la observábamos. Al rato se adentró en el bosque y la perdimos. Continuamos nuestro viaje junto al Guadarrama, caminando junto a gaviotas reidoras y cormoranes, con grupos de azulones saliendo del agua tras nuestro paso o andarríos grandes asustados por nuestra presencia. Cualquier intento de ser sigilosos era inútil, nos veían de sobra, y eso que no nos salíamos del camino.

Hembra de pico picapinos (Dendrocopos major)

Cuando llegamos al final del camino, el bosque se fue abriendo y fueron apareciendo más especies. En este caso le tocó el turno a las rapaces. Los primeros busardos ratoneros los vimos posados en las torres de alta tensión que cruzan el espacio. Se ve que estaban tranquilamente entrando en calor con unos rayos de sol que ya sí empezaban a calentar. Ya por fin sentíamos los dedos de los pies. El milano real también hizo su aparición en la escena. Pronto llegó el turno de los buitres leonados y negros que desde sus dormideros cercanos en el norte, salían a buscar alimento en las laderas del sur de la sierra. 

Observando rapaces (Foto de Marichu)

Mientras vigilábamos la parte embalsada del Guadarrama. Los cormoranes se agrupaban con su "ropa tendida" secándose al sol y cazando peces de tallas ambiciosas. Las garzas reales también parecía que habían pasado la noche allí haciendo compañía a sus compañeros buceadores. Hasta 10 garzas reales y alguna garceta común descansaba en la orilla donde también estaban gaviotas reidoras y alguna sombría suelta. Aunque sin duda lo interesante estaba flotando en el agua. Un buen grupo de porrones moñudos descansaba en mitad del embalse. Fijándose más pudimos ver también algún porrón europeo. En las partes más someras escuchábamos y veíamos a las cercetas comunes realizar movimientos típicos de las paradas nupciales. También frisos y azulones se alimentaban junto a ellas, así pudimos ver la diferencia de tamaño. Aunque sin duda, el más pequeño de todos, el zampullín. Desde lejos parece el polito de alguna de las anátidas que se alimentan en la lámina de agua, pero nada tiene que ver con ellas. Buceando, les perdíamos de vista hasta que salían varios metros más alejados. Es sorprendente la capacidad pulmonar de estos pequeñajos. 

Grupo de comorán grande (Phalacrocorax carbo) sobre las rocas, garceta común (Egretta garzetta) a la izquierda y azulones (Anas platyrhynchos) nadando en el agua.

Por si fuera poco, a todo este festín se unió un precioso bando de grulla común que venía desde el este en dirección oeste, quién sabe si en dirección al Embalse de Rosarito. Pasaron muy cerquita y pudimos verlas bien, 17 ejemplares maravillosos. Cuando ya creíamos que era hora de irse, Marta detectó un hermoso adulto de halcón peregrino vigilándonos en una de las torres cercanas. ¡Menuda pasada de bicho! Pudimos verlo con el telescopio perfectamente y nos dio tiempo a hacer algunas fotos. Desde luego, para algunos fue un bimbo bien visto. 

Bando de grulla común (Grus grus)

Grulla común (Grus grus)

Halcón peregrino (Falco peregrinus)



Halcón peregrino (Falco peregrinus)

Costó separarnos de los prismáticos y del telescopio y mucho más despedirse del peregrino, pero los estómagos hacían más ruido que el Guadarrama. Fuimos volviendo y de nuevo nos encontramos con la hembra de pico picapinos alimentándose en el mismo agujero. Reincidente. Fue una forma perfecta de decir adiós a esta preciosidad y a todo el paraje que acompaña al río Guadarrama en su tramo alto. 


Hembra de pico picapinos (Dendrocopos major) en busca de alimento

Tenemos ganas de volver el año que viene y que se pueda unir toda la gente que se quedó en lista de espera. Este rincón es maravilloso y además no para de sorprendernos cada año. 

¡Hasta pronto pechiazules!

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