Humedales de La Mancha

¡Hola de nuevo! 

Este fin de semana hemos aprovechado que en breve se acabará el invierno para despedirnos de las grandes concentraciones de anátidas, de los inmensos grupos de gaviotas y de los abundantes bandos de grullas que se ven en La Mancha Húmeda, una inmensa superficie protegida dentro de la provincia de Toledo. Hemos flipado con esta salida, os recomiendo que leáis la crónica porque no tiene desperdicio. ¡Vamos allá!

Grupo de flamenco común (Phoenucopterus roseus)

La previsión meteorológica era bastante mala, vientos de hasta 70km/h y posibilidad de lluvias. Aun así seguimos adelante, si hay algo que hemos aprendido es que incluso los peores días de lluvia o viento guardan sorpresas que descubrir. Nuestra primera parada fue Lillo, un pequeño pueblo toledano con un fabuloso complejo lagunar. Allí estuvimos prácticamente toda la mañana, disfrutando de los flamencos, de al menos varios millares. Les vimos alimentarse, volar mientras presumiendo de sus colores y disfrutando de su singular plumaje. Estaban preciosos. En el entorno tarros blancos, aguiluchos laguneros, cuervos y alguna sorpresa más engrosaba la lista. En las zonas más someras las limícolas se apelotonaban. Correlimos común, correlimos menudo, combatientes y las hermosas avocetas cubrían la superficie de la laguna más pequeña. También cucharas, frisos y más flamencos. A pesar del viento la vida en La Mancha seguía adelante. Lo más curioso de esta primera parada fueron los chorlitejos patinegros, estos diminutos valientes crían en algunas de estas lagunas y siempre es una pasada verlos, son una especie muy singular que se encuentra muy amenazada. Otra de las cosas que más nos llamo la atención fue cunado Alfredo localizó un precioso bando de grullas posado sobre la laguna. Acababan de llegar pero no las habíamos visto ni llegar. La mayoría de ellos juveniles inexpertos a la espera de que el tiempo mejorase para poder continuar si viaje hacia el norte.

Bando de varias limícolas, chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus), chorlitejo grande (Charadrius hiaticula), correlimos común (Calidris alpina) y correlimos menudo (Calidris minuta)

Flamencos comunes (Phoenicopterus roseus)

Grullas comunes (Grus grus)

Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus)

Correlimos menudos (Calidris minuta) junto a un correlimos común (Calidris alpina)

Nuestra siguiente parada dos charcas temporales que en otros años no se suelen llenar. Pero apostamos por visitarlas conociendo el nivel de agua general de las lagunas de La Mancha. ¡Acertamos! Vaya que si acertamos. Fue llegar y no parar de ver aves. 

Antes de llegar a la laguna atravesamos un montón de cultivos, olivares y viñedos. Un paisaje típico manchego al que no le podía faltar su dosis de aves esteparias. Así fue como a escasos metros de vislumbrar la laguna en el horizonte, un cercano grupo de avutardas se erguía sobre los verdes sembrados. Estaba cerquísima y bastante confiadas. Estuvimos viéndolas y disfrutándolas un buen rato. Hasta que se hartaron y se fueron.

Bando de avutarda común (Otis tarda)

Cuando llegamos estaba el humedal completito. Flamencos (para variar), gaviotas, muchas gaviotas, sobre todo reidoras pero también sombrías y limícolas. En esta parada vimos avefrías, combatientes, correlimos común y menudo, andarríos grande, aguja colinegra, avoceta, archibebe oscuro y común y seguro que alguno más del que ya no me acuerdo. Una pasada. Cercetas, cucharas y frisos también estaban presentes, pero de lo que más disfrutamos fue de las limícolas.

Aspecto de las charcas temporales

Combatiente (Calidris pugnax)

Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus)

Gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus) en plumaje nupcial

Agujas colinegras (Limos limosa) 

Avoceta común (Recurvirostra avosetta)

Las lagunas temporales estaban hasta arriba de agua, tanto fue así que no pudimos completar la ruta diseñada. La laguna cubría por completo el camino que debíamos seguir. Dimos media vuelta y entramos por otro sitio. Hasta llegar a la segunda charca que nadaba tan espectacular como la anterior. Allí más gaviotas reidoras, si cabía y más flamencos lo llenaban todo, cada rincón del humedal. Una pasada. También gaviotas sombrías, cercetas, avocetas, cucharas, etc. ¡Ah y cigüeñuelas! Que también las vimos en la anterior charca. Veis, ¿no os dije que se me olvidaba alguna limícola? 

Cigüeñuela común (Himantopus himantopus)

Gaviotas sombrías (Larus fuscus) y gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus)

Esta parada también fue magnífica, pero las tripas rugían y había que rellenar el depósito con un buen bocata y algo de fruta. 

Nos acercamos hasta Villacañas donde comimos algo protegidos del viento mientras veíamos a un mirlo incubando y a varios bandos de grullas llegar en tropel. Después de la comida, un imperdonable café para entrar en calor y ganar temperatura, nos acercamos al siguiente humedal. Así estuvimos todo el día, como jugando a la oca, de humedal en humedal. En este nos tiramos dos horas y pudimos disfrutar de muchas aves nuevas y grandes observaciones. Por supuesto no podían faltar los flamencos, volando unos tras otros e incluso nadando como patos. El abrumador nivel de agua era demasiado en algunos puntos incluso para las largas patas de los flamencos. Antes de llegar a la zona principal, atravesamos un montón de encharcamientos llenos de lavanderas, bisbitas alpinos, andarríos grandes, avefrías y dos preciosas agachadizas a menos de un tiro de piedra. Fabulosas. Al principio no las vimos, estaban super camufladas entre la vegetación. En seguida se acostumbraron a nosotros y pudimos verlas bien, apreciando su intrincado plumaje y su larguísimo pico. 

Avefría europea (Vanellus vanellus)

Andarríos grande (Tringa ochropus)

Agachadiza común (Gallinago gallinago)

Bisbita alpino (Anthus spinoletta)

Poco a poco nos fuimos acercando a la laguna. Allí los flamencos nos darían la bienvenida, pero también las fichas, los cucharas, algún que otro combatiente y los tarros blancos. Nos llevamos una sorpresa al encontrar zampullines cuellinegros. ¡No los habíamos visto hasta ahora! Su plumaje era, casi por completo, el que tendrán en el periodo reproductor. En la orilla, junto a un charco, unos preciosos pardillos se acercaban tímidamente a beber agua. Los machos ya están espectaculares aunque la luz del día gris no daba mucho juego a estos pobres.

Bando de pardillo común (Linaria cannabina) acercándose a beber a un charco

Macho de tarro blanco (Tadorna tadorna)

Bando enorme de cuchara común (Spatula clypeata)

Flamencos comunes (Phoneicopterus roseus)

Flamencos comunes (Phoneicopterus roseus)

Ánades rabudos (Anas acuta) entre las cucharas comunes (Spatula clypeata)

Combatientes (Calidris pugnax) y correlimos menudos (Calidris minuta)

Bando de correlimos común (Calidris alpina)

Finiquitamos el humedal disfrutando de unos archibebes en plumaje nupcial y de mas de 2000 estorninos pintos haciendo tremendos bailes en el cielo. Lo cubrían todo entorno al coche. Mirases por donde mirases había estorninos pintos. Una autentica pasada difícil de explicar solo con palabras. Las fotos además tampoco hacen justicia al momento tan espectacular que vivimos justo antes de irnos.

Archibebe común (Tringa totanus)

Estorninos pintos (Sturnus vulgaris)

Estorninos pintos (Sturnus vulgaris)

Estorninos pintos (Sturnus vulgaris) y alguno negro (Sturnus unicolor)

Estos movimientos de los estorninos están estrechamente relacionados con la hora el sol se iba poniendo por el horizonte y las aves comienzan a agruparse en sus dormideros para pasar la noche. El dormidero de estorninos debía andar cerca y tiene que ser espectacular. 

Estuvimos siguiéndolos por la carretera, imaginando que árboles serían capaces de acoger en su frondosidad semejante volumen de aves. Entre tanto, pegadas a la carretera, un grupito de grullas se alimentaba, saltaba y se divertía entre el cereal. Pudimos verlas de maravilla, sacarle buenas fotos y despedirnos bien de ellas y ver como una avutarda les pasaba por detrás. A estas alturas no sabes cuáles serán las últimas grullas de este invierno...

Grulla común (Grus grus)

Llegamos a nuestro último punto. Nos saltamos un par de humedales, pero sin duda mereció la pena, porque la luz empezaba a escasear y queríamos acercarnos a una zona con carrizo suficiente como para probar los bigotudos. Además es una zona habitual de garzas, somormujos, patos colorados y gaviotas de todo tipo. Nada más llegar nos sorprendimos del nivel de agua de la laguna. Nunca la habíamos visto tan llena. En cambio de aves estaba bastante vacía, a penas un puñado de patos colorados un montón de gaviotas reidoras y unas fochas. En el segundo observatorio al menos sumamos un par de nuevas especies, una garceta común y unos preciosos somormujos. 

Bando de pato colorado (Netta rufina)

Macho de aguilucho lagunero (Circus aeruginosus)

Somormujo lavanco (Podiceps cristatus)

Es verdad que el día iba apagándose, y los laguneros se agrupaban en el carrizo. Cuando todo parecía estar acabado, Alfonso localizó un macho de bigotudo que tuvimos a menos de 2 metros. Estuvo super confiado, se tiro 10 minutos acercándose más y más al observatorio, parecía que se quisiera meter dentro a pasar la noche. 

Macho de bigotudo (Panurus biarmicus)

Fue el final perfecto para un día increíble. Lo pasamos en grande con la riqueza de aves de estos rincones manchegos. Lo que no sabíamos era la nieve que nos caería de vuelta por la carretera, pero eso ya se queda en las anécdotas del viaje.

¡Hasta pronto!

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