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miércoles, 18 de octubre de 2023

Mirlo capiblanco, de vuelta en Madrid


Hola a todos.
Con la furgoneta todavía llena de polvo de Los Monegros, esta semana hemos realizado otra excursión de nuestro calendario: la ya tradicional visita a la Sierra de Guadarrama en busca de los primeros mirlos capiblancos. Fue un día estupendo, en un momento de malas previsiones meteorológicas que, finalmente, resultó ser agradable y tranquilo, aunque sí tuvimos algo de viento. Os cuento más sobre nuestra visita y sobre los mirlos capiblancos. Antes agradecer a Ireneo Calvo la cesión de las fotos. ¡Allá vamos! ¡Dentro crónica!

Hembra de mirlo capiblanco (Turdus torquatus). Foto de Ireneo Calvo

Las previsiones desde la semana anterior venían avisando de una bajada de las temperaturas peninsulares acompañadas de precipitaciones. A pesar del augurio, decidimos continuar con la subida al Circo Periglaciar de las Lagunas de Peñalara, lugar de peregrinación anual de los mirlos capiblancos que vienen a disfrutar de la abundancia de frutos de enebro rastrero (Juniperus communis) que, en otoño-invierno cubre las laderas del Parque Nacional.

Grupo. Foto de Ireneo Calvo

Empezamos la ruta con 9°C y una brisa que hacía que la sensación térmica fuese más baja. Nada más poner un pie en el suelo ya había mosquiteros comunes, verderones serranos y cornejas haciendo ruidos cerca del aparcamiento. Los colirrojos también se dejaban ver descaradamente en las inmediaciones. Empezamos a subir y a lo largo del itinerario se fueron sucediendo los bandos de carboneros garrapinos, herrerillos capuchinos, agateadores, trepadores, reyezuelos sencillos, pinzones y mosquiteros comunes. 

Macho de pinzón común (Fringilla coelebs). Foto de Ireneo Calvo

El viento sacudía los árboles, pero a pesar de ello el bosque bullía: tuit-tuit-tuit, pichiu-pichiu-pichiu, finch.finch, tsiii-tsiiiii. Todos los habitantes del pinar estaban eufóricos con la mejora del tiempo. Las lluias y el viento de la madrugada no han debido dejar dormir a estos pequeñajos. Seguíamos subiendo y empezábamos a ver los enebros rebosantes de frutos. También bastantes setas, níscalos, amanitas, una pequeña zona turbosa con atrapamoscas o hierba del rocío (Drosera rotundifolia) y las preciosas quitameriendas (Merendera montana) que se encontraban en todo su esplendor. 

Quitameriendas (Merendera montana). Foto de Alfredo Andrés.

Hierba del rocío (Drosera rotundifolia). Foto de Ireneo Calvo

Amanita muscaria. Foto de Ireneo Calvo


El día, aunque ventoso prometía. Los colores del otoño empezaban a coger protagonismo y los frutos del rosal silvestre concentraban a acentores comunes, escribanos montesinos y currucas capirotadas. Los petirrojos y los reyezuelos listados se cruzaban en nuestro camino, literalmente, sobre el camino. Muy descarados. Poco a poco el listado de aves iba subiendo y nosotros empezábamos a abandonar el piso forestal y a entrar en las laderas donde predomina el matorral. Allí ya vimos los primeros bandos (enormes por cierto) de zorzal charlo volando de lado a lado sobre el camino. No debíamos perderlos de vista puesto que a los túrdidos les gusta socializar y mezclarse.

Escribano montesino (Emberiza cia). Foto de Ireneo Calvo
Zorzal charlo (Turdus viscivorus) izquierda. Piquituerto común (Loxia curvirostra) derecha.
Foto de Alfredo Andrés
Zorzal charlo (Turdus viscivorus). Foto de Alfredo Andrés

Llegamos al final de nuestro itinerario sin rastro de los capiblancos y con un viento bastante serio. Disfrutamos del café y, tras una charla informativa con el personal del Parque Nacional sobre normativa, marchamos de vuelta por el mismo camino que trajimos. No estaba todo acabado, aún había posibilidades de encontrarnos con ellos de regreso. Bajamos durante unos 20 minutos, no más. A esa altura, y coincidiendo con el límite del piso forestal, los zorzales charlos andaban bastante animados. Sin perderlos de vista revisamos hasta el último rincón. En cambio, fue Javier quién localizó al primer ejemplar subido a lo alto de un pino. ¡Bingo!

Hembra de mirlo capiblanco (Turdus torquatus). Foto de Ireneo Calvo

Hembra de mirlo capiblanco (Turdus torquatus). Foto de Alfredo Andrés


Hembra de mirlo capiblanco (Turdus torquatus). Foto de Ireneo Calvo

Le seguimos de cerca hasta descubrir que en realidad había 4 ejemplares posados en varias ramas. Por fin dábamos con ellos y además logramos ponerlos en el telescopio para verlos bien. No andábamos muy bien de hora, pero mereció la pena dedicarle un buen rato a intentar relocalizarlos. Mientras buscábamos en la parte izquierda del camino, Ireneo localizó una hembra preciosa sobre un pino. Lástima que duró tan solo unos segundos ahí subida, tiempo suficiente para que Ireneo la inmortalizara.

Con el ánimo sobre las nubes, nos dimos prisa en volver para no seguir escuchando el rugir de nuestros estómagos vacíos. La ristra de aves que nos encontramos a la vuelta fue tan estupenda y sonora como a la ida. Daba un poco de pena abandonar un día tan estupendo de observación de aves, sobre todo cuando acabábamos de ver a los esquivos mirlos capiblancos.

¡Hasta pronto!

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1 comentario:

  1. Estupenda excursión por la fantástica naturaleza del Parque de Peñalara. Gracias José Maria.

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