domingo, 24 de enero de 2016

¿Dónde ver aves cerca de Zaragoza?

   Durante el pasado otoño y aprovechando que todavía no había llegado el frío que hoy nos espera en la puerta de casa, me decidí a realizamos un fabuloso viaje a Zaragoza, una ciudad hasta entonces desconocida o por lo menos tan profundamente. Obviamente en dicha aventura no podía faltar una estupenda jornada de pajareo con la buena compañía de Virginia Alcalá. Ambos descubrimos lo cercana que está Zaragoza de un lugar de biodiversidad y riqueza natural, los Galachos del Ebro y concretamente visitamos por nuestra cuenta el galacho de Juslibol, siguiendo la recomendación de un forero.


   Incluso los días previos a nuestra escapada pajarera, ya pudimos ver algunas aves revoloteando por la propia ciudad. Este hábitat asfaltado esconde un gran repertorio de aves adaptadas que han sabido sacar provecho de los recursos que ofrecen jardines, parques, vegetación ornamental, desechos, etc. El ánade azulón pudimos encontrarlo dentro del parque del Agua, un parque urbano donde, como su nombre indica, el protagonismo lo tienen pequeñas superficies de agua. Por estas fechas los machos visten sus mejores galas y destacan en el agua. Tras una buena sesión fotográfica, nos percatamos de que son capaces de sobrevivir en este ambiente humanizado donde no escasean los lugares adecuados para nidificar ni los macrófitos acuáticos de los que se alimentan.

Ánade azulón (Anas pltyrhynchos) bando mixto de machos y hembras en el parque del Agua.
Ánade azulón (Anas pltyrhynchos) bando mixto de machos (9) y hembras (6) en el parque del Agua.
Esta anátida está muy bien integrada dentro de aquellos parques que cuentan con pequeñas superficies de agua.

   Algunas acuáticas más pequeñas como la gallineta común también se mueven por fuera de las superficies de agua, donde pueden alimentarse. Aunque se pueden alimentar de pequeños brotes y plantas acuáticas que crecen en el fondo de estos reducidos "estanques".

Gallineta común (Gallinula chloropus) en el parque del Agua.
Gallineta común (Gallinula chloropus) en la orilla del agua dentro del parque del Agua.
Las patas con dedos largos que posee esta especie no le sirven para nadar.
Son útiles caminar entre la vegetación palustre y el barro porque evitan que se hunda.

   Justo detrás de ese maravilloso bando de ánades, otra especie, de color negro, que desde hace un tiempo se viene acercando mucho más que antes hasta nuestras ciudades. Se trata del cormorán grande que mediante cortos buceos se hace con los pequeños peces. A muchos les sorprende encontrar a esta especie en un parque urbano y otros lo llegan a confundir con alguna especie de anátida, aunque su familia es completamente diferente. Pertenece al orden de los suliformes (¡¡ MADRE MÍA QUÉ NOMBRE TAN EXTRAÑO!!) ¿De dónde procede dicha "palabrota"? 

Cormorán grande (Phalacrocorax carbo) nadando en el parque del Agua.
Su forma de nadar puede recordar a la de una anátida.
Sin embrago su cuerpo más sumergido y su pico en forma de daga lo delatan.

   Dicho orden ha surgido tras análisis mitocondriales y reconoce, entre otros, que alcatraces y cormoranes provienen de un antecesor común. Una de las características propias del orden es la forma de sus patas, que les permite moverse mientras bucean.

   Dejando a un lado esta pequeña y aburrida intervención técnica, vamos a centrarnos en otro tipo de vegetación ornamental. Lejos de los parques urbanos, las zonas más históricas de Zaragoza y en general del resto de ciudades están decoradas con pequeñas superficies ajardinadas que incluyen zonas de césped y algunos arboles y arbustos. Estas pequeñas islas de vegetación atraen especies como el colirrojo tizón. El hábitat natural del colirrojo son cortados y zonas más bien rocosas, por eso no es difícil poder observarlo en algunos edificios antiguos que usa a modo de cortados.

Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) macho en Zaragoza
Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) macho en Zaragoza.
Busca alimento en zonas verdes del casco histórico de la ciudad.
Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) hembra en Zaragoza.
Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) hembra en Zaragoza.
Como hemos comentado se puede ver en lugares que se asemejan a su hábitat natural.

   Otras especies están mucho más asociadas a los espacios verdes y además son bastante comunes dentro de las zonas urbanas y rurales. Todos hemos podido ver y sobre todo oir a los estorninos negros en los árboles de los jardines de nuestro vecindario, o hemos podido ver la diagnóstica mancha negra en la mejilla de un pequeño bando de gorriones molineros. Ambas son especies gregarias, especialmente ahora en invierno y al moverse en grupo son fácilmente detectables. Otras especies más solitarias como la curruca capirotada, en ocasiones pasan desapercibidas.

Bando de estorninos negros (Sturnus unicolor) en las ramas secas de un árbol en Zaragoza.
Bando de estorninos negros (Sturnus unicolor) en las ramas secas de un árbol en Zaragoza.
Los árboles sin hojas de los parques urbanos son un buen posadero para los bandos de esta especie.
Bando de gorriones molineros (Passser montanus) en un árbol de Zaragoza.
Bando de gorriones molineros (Passser montanus) en un árbol de Zaragoza.
Se puede identificar desde lejos y diferenciar de su primo el gorrión común gracias a su mancha oscura de la mejilla.

   Dejando de lado ya la hermosa ciudad de Zaragoza, nos dirigimos a la Reserva Natural dirigida de los Galachos del Ebro (*). Un camino que sale desde la propia ciudad y que va paralelo al río Ebro, lleva hasta ellos. Durante el trayecto es interesante echar un vistazo al río porque se pueden ver cosas interesantes, se empiezan a ver especies propias de hábitats acuáticos. Desde una distancia prudente, podemos fijarnos en los ánades azulones descansando en la orilla del río, encontrarnos con alguna elegante garceta común o incluso dar con el posadero de un hermoso martín pescador común.

Bando mixto de ánades azulones (Anas platyrhynchos) en la orilla del Ebro
Bando mixto de ánades azulones (Anas platyrhynchos) en la orilla del Ebro.
Además de en parques y jardines, los azulones se juntan también unta a estos ambientes acuáticos.
Garceta grande (Egretta garzetta) en la orilla del Ebro.
Garceta grande (Egretta garzetta) en la orilla del Ebro.
Su forma de caminar y su color blanco puro, la hacen muy elegante y esbelta.
Se diferencia del resto de garcetas por su tamaño y su pico negro.
Sus característicos pies amarillos a menudo quedan ocultos por el agua o el barro.
Martín pescador común (Alcedo atthis) en su posadero junto al Ebro.
Martín pescador común (Alcedo atthis) en su posadero junto al Ebro.
Los colores llamativos y brillantes del martín pescador recuerdan al de una joya.
Espera durante bastante tiempo en su posadero para lanzarse más tarde a pescar.

   Cuando se llega al camino de acceso que lleva al galacho de Juslibol, una gran línea de cortados yesíferos escoltan al visitante hasta llegar al centro de visitantes, a 2 km del parking y a la derecha del camino. Justo antes recorremos una pista de tierra rodeada de campos de cultivos donde podemos encontrar fácilmente alguna garcilla bueyera descansando o buscando alguna presa.

Garcilla bueyera (Bubulcus ibis) en un prado en la cercanía a los cortados.
Garcilla bueyera (Bubulcus ibis) en un prado en la cercanía a los cortados.

   No hay que dejar de prestar atención a esta larga línea de roquedos, pues entre sus huecos, sus recovecos o sus grietas pueden esconderse algunas aves poco comunes. Una de ellas es el majestuoso búho real que puede encontrarse descansando en alguna pequeña cueva donde descansar tras una ajetreada noche de cacería.

Búho real (Bubo bubo) en el roquedo de los Galachos del Ebro
Búho real (Bubo bubo) en el roquedo de los Galachos del Ebro.
Hay que prestar mucha atención pues sus colores se pueden confundir con los del roquedo.
Es hermosos poder disfrutar de esta magnífica rapaz nocturna.

   Pues resulta que este precioso búho tiene unos cuantos vecinos que a veces no le dejan dormir. ¡Vaya! No es fácil conciliar el sueño cuando uno de tus compañeros de roquedo no para quieto, sube y baja, escala, vuela de piedra en piedra. Menudo inquieto este roquero solitario. El que es más ruidoso es el colirrojo tizón que con su reclamo tic-tic-tic no deja dormir a nadie. En fin cuando no es el colirrojo son los gritos de las grajillas occidentales que no saben estarse calladas ni dos minutos. ¡Pobre búho trasnochador, nadie le deja descansar!

Hembra de roquero solitario (Monticola solitarius) en los cortados cerca de Julibol.
Hembra de roquero solitario (Monticola solitarius) en los cortados cerca de Julibol.
La calidad de la imagen está muy condicionada por la lejanía del aves.
En este caso se encuentra muy lejos y es más difícil obtener una buena fotografía.
En algunos casos es mejor evitar molestias a las aves e intentar fotografiarlas desde lejos.
Hembra de colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) especie muy asociada a los roquedos.
Hembra de colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) especie muy asociada a los roquedos.
El macho suele cantar desde una posición elevada y hace resonar su reclamo en la piedra.
Grajilla occidental (Corvus monedula) en vuelo cerca de Zaragoza.

   En alguna ocasión se puede ver pasar por el roquedo a algún gavilán común en busca de presas que cazar, pero no es una especie propia de este hábitat escarpado y rocoso. Su lugar está en los bosques donde las pequeñas aves son su plato principal.

Gavilán común (Accipiter nisus) cerca de los Galachos del Ebro.
Esta especie es bastante forestal, aunque se la puede observar fuera de su hábitat preferente.
Por ello no hay que dejar de prestar atención a estos roquedos tan interesantes.

   Volviendo a la ruta que hay que seguir, Estos roquedos llegan hasta el centro de visitantes del espacio natural a un par de kilómetros del parking. A partir de ahí ya sale un camino con un puente que se adentra en el galacho para mostrarnos toda su fauna y flora al completo. Las zonas más inundadas cuentan con una diversidad de aves nadadoras y buceadoras, como pueden ser los ánades azulones o los zampullines  comunes  respectivamente.

Pareja de ánade azulón (Anas platyrhynchos) desde el observatorio de aves de los galachos
Pareja de ánade azulón (Anas platyrhynchos) desde el observatorio de aves de los galachos.
Pareja de zampullines comunes (Tachybaptus ruficollis) desde el observatorio de aves de los galachos.
Pareja de zampullines comunes (Tachybaptus ruficollis) desde el observatorio de aves de los galachos.
Durante esta época presentan su plumaje invernal, más amarillo y se los puede ver en grupos.

   A estos es fácil observarlos desde los observatorios destinados a dicha actividad. Si hay suerte una pequeña variedad de pequeños pajarillos también se acercan a las orillas y vegetación del entorno de los observatorios. Desde la lavandera cascadeña hasta el martín pescador común, que nos deja unos segundos para disfrutar de su brillante plumaje.

Lavandera cascadeña (Motacilla cinerea) reflejada en el agua de los galachos del Ebro.
Lavandera cascadeña (Motacilla cinerea) reflejada en el agua de los galachos del Ebro.
Parecida a la lavandera blanca pero de colores más vivos y sin el antifaz negro de la boyera.
Martín pescador común (Alcedo atthis) en la vegetación que cubre los galachos del Ebro.
Martín pescador común (Alcedo atthis) en la vegetación que cubre los galachos del Ebro.
Sus colores azulados tienen unos reflejos espectaculares.
Su pico le permite atrapar peces lanzándose desde sus posaderos hacia el agua.

   En las zonas menos inundadas abunda los sedimentos, acumulados y traídos por el río después de años y años. Por estos lugares es sencillo toparse con algunas limícolas, que aprovechan esa textura limosa para buscar invertebrados. El andarríos grande fue el compañero de la lavandera blanca en este lugar, pues ella también sabe aprovechar los insectos de los limos.

Andarríos grande (Tringa ochropus) una de las limícolas de los galachos, en Zaragoza.
Andarríos grande (Tringa ochropus) una de las limícolas de los galachos, en Zaragoza.
Lavandera blanca (Motacilla alba) capturando invertebrados en la zona limosa de los galachos.
Lavandera blanca (Motacilla alba) capturando invertebrados en la zona limosa de los galachos.

   Las que saben cómo aprovechar los galachos son otras zancudas, unas primas hermanas de las anteriores garceta común y garcilla bueyera, la garza real. Se las puede ver acechando sigilosamente entre la vegetación de los galachos, o pescar en zonas de tránsito de peces, aunque en ocasiones hay disputas por los puestos de caza.

Varias garzas reales (Ardea cinerea) en las zonas más inundadas de los galachos del Ebro
Varias garzas reales (Ardea cinerea) en las zonas más inundadas de los galachos del Ebro.
Ahí abundan los peces más grandes, que son una de sus principales presas.

   Os invito a disfrutar de todas estas aves. Es precioso observarlas, estudiarlas y ver sus comportamientos, así como el lugar, un  paraíso sin igual. Zaragoza tiene muchos rincones que descubrir, pero a las afueras guarda su mayor tesoro, un ecosistema que debemos mantener para no perder a ninguno de sus vitales componentes, por muy pequeño que sea.

Cistícola buitrón (Cisticola juncidis) en la Reserva Natural Dirigida de los Galachos del Ebro
Cistícola buitrón (Cisticola juncidis) en la Reserva Natural Dirigida de los Galachos del Ebro

(*) Área protegida y manejada por el hombre, con el objetivo de conservar lugares importantes para: la fauna o la flora, de interés geológico, de interés para la investigación o para promover la educación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario